En los aspectos sociales sucede lo mismo. La sociedad es un juego diferente, pero es realmente la gran competición. Y los que organizan la sociedad intervienen en ella para alterarla en beneficio de sus intereses. La libre fluctuación no existe. Siempre hay intervenciones privadas. Cuanto más poder se tenga más se interviene, e incluso se domina a toda la sociedad. El interés principal es el de que la sociedad funcione y salga adelante, porque es lo que garantiza la cooperación y generación de riqueza para todos. Pero en cuanto esas necesidades están cubiertas, se activa automáticamente el propio beneficio de los aliados.
La imparcialidad es matemáticamente imposible, todo tiene tendencias. Tenemos tendencias naturales, más condicionamientos, muchos de estos implantados intencionadamente desde las estructuras de poder a través del acto educativo y la culturización. El modo imparcial lo único que cubre son las garantías mínimas –en ocasiones ni eso–, y de ahí para arriba es todo parcialidad e interés privado. Porque lo que importa son el prestigio, las ganancias, la influencia y los privilegios que conllevan las victorias, tanto individuales como en grupo.