El prestigio se asocia a las victorias, pero con el paso del tiempo se olvidan. Por ello necesitamos seguir alimentándonos de más victorias. Si el prestigio lo estamos utilizando para movilizar una fuerza social a lo largo del tiempo con una finalidad, se debe cuidar y mantener esa reputación de modo duradero. Los sacrificios, cuando culminan en victoria, obtienen la sensación de gloria más sobresaliente. Pero la fama caduca pronto. Por ello algunos intereses superiores impiden que individuos aislados o un grupo menor les arrebaten el protagonismo. Hay mucho en juego. Usarán los medios necesarios para impedir que rivales con menos recursos y capacidades los humillen venciéndolos.
Lo habitual es que el sacrificio se le oculte a la gente, que acostumbra a valorar sólo el resultado. De hecho, las personas son seguidoras de las figuras de éxito, pero no de los procesos que los condujeron al éxito, su biografía. Valoran el producto final. Te puedes haber esforzado más que el ganador e incluso ser mejor, pero si por un azar de la suerte o por otro motivo, el que gana es el otro, a quien valorarán es al ganador.