AUDIO:
Jason Aldrey – «Donde estés (audio por Zarinna)»
POEMA:
«DONDE ESTÉS», por Jason Aldrey.
«No sé por dónde andas.
Parezco Ulises navegando en el infinito para encontrarte.
A veces percibo tu presencia en momentos del pasado,
en los que no me di cuenta de que pasabas por allí.
Seguramente alguna señal me distes que no reconocí,
llena de adornos,
suavidad en la combinación de colores
ropa a juego con la larga melena,
gritando en silencio para que me fije en ti.
Y yo cegado por el reflejo de la luz solar de las jóvenes,
sin ser capaz de distinguir la suavidad de tu fulgor interior.
Esquiva como una ardilla,
escondiendo las bellotas en el agujero de un árbol.
Ya no sé qué hacer,
excepto las tareas pendientes que tengo sin cumplir.
Cuando estoy a punto de encontrarte
alguien me entretiene meses y meses sin saber más de ti.
Aunque lo tomo con filosofía,
comienzo a hacer trampas.
Dejo de hacer cosas,
desatendiendo aficiones,
intereses,
entretenimientos que me pudieran distraer.
Cada vez tengo menos llamadas desorientadoras en el teléfono.
Algo me impide hacer jugada de gol con el balón en los pies.
Estoy reflexionando,
en esta torre de hormigón aislada de las masas.
Y veo con claridad que te perdí mil y una veces.
Hay rastros tuyos en etapas quemadas del tiempo.
De ti y de otras como tú.
También de otros como yo.
No tengo especial predilección por alguna mientras seas tú.
Somos unos cuantos los que nos llevamos bien,
aunque no siempre encontramos nuestro sitio.
Nos emparejamos mal.
Por eso sigo solo,
guardándote el sitio.
No te conozco,
pero pienso que existes.
Y si lees esto seguramente no sabrás que eres tú,
porque estas palabras no dicen nada.
Nada, perfecta palabra.
Piensa lo que quieras.
Siempre lo hiciste.
No pretendas hacerme responsable de lo que piensas.
La realidad es que estás en algún lugar,
y yo estoy en otro sitio.
Yo pienso en algo,
tú piensas en otra cosa.
Y cuando mis pensamientos tropiezan con la sombra de los tuyos,
digo para mí,
dónde se esconde esta mujer.
Probé a situarte en mi pasado,
trazar una ruta a lo largo del tiempo que me acerque a ti,
echando hilos de Ariadna,
un sonar rastreando el laberinto de los largos años.
Pero los caminos estaban cortados en algún punto,
por alguien llamado novio,
marido,
hijos,
y otras distancias inabarcables.
Y sin embargo sé que existes,
que tenemos las mismas inquietudes,
misiones de vida semejantes,
y que te estás especializando en el tema.
Parece que tengo que recorrer toda La Tierra para llegar a ti.
Doy vueltas como un taxista perdido en la nocturna ciudad.
Cada nueva pasajera una nueva inquietud,
una breve ruta diferente y una despedida.
Las rutas se cruzan unas con otras en lugares profundamente familiares.
Pero deben ser diferentes a los tuyos.
O eso,
o eres una farola y no te veo por evidente.
Mis lugares son la plaza de María Pita,
el dique de abrigo,
la Torre de Hércules,
y el Millenium.
Los tuyos deben ser el árbol del tronco de dos brazas,
la playa de las rocas,
el monte de los atardeceres,
y la calle de las multitudes.
Sólo así me lo explicaría.
Casi nunca voy por allí.
No sé si te encontraré algún día.
No creo en los localizadores cósmicos de personas,
ya los probé.
Conducen a lugares turísticos,
y a mí me gusta perderme en un peligroso monte sin mapa.
Lo más probable es que no te encuentre.
Encontraré a otra gente con la que pasar la vida,
pero no a ti.
Tal vez vivamos vidas separadas,
sabiendo de nosotros por nuestras pisadas en el mundo.
O tal vez coincidamos y convirtamos nuestras dudas en certezas».
