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Jason AldreySuperadministrador
AVISO
[Persona astuta y calculadora]
«Hay que avisar para que no te acusen de mala persona. Si ya es la segunda vez, no hay aviso que valga».
Todo lo que viene a continuación son opiniones subjetivas e incompletas que no evalúan los casos y circunstancias en su totalidad. Hay situaciones en las que actuaría o pensaría de forma diferente, así que no deben ser tomadas como instrucciones a seguir, sino como ilustraciones de situaciones y opciones a barajar. Cada persona tiene sus modos de pensar y necesidades. Yo expreso las mías. No me responsabilizo de las consecuencias que podáis experimentar al seguirlas sin reflexionar ni tener claro el motivo por el que lo hacéis. Se entiende que, ante una opinión y el sentido común, prevalece el sentido común. Las cosas las digo en base a mi experiencia actual y actitud, de acuerdo con mi visión de la realidad, avisados quedáis. No me responsabilizo de vuestros actos.
Por persona astuta y calculadora me refiero a cómo deberíamos ser todos, aunque teniendo en cuenta la ética que personalmente se quiera asumir y los sentimientos, claro está. Astuta y calculadora en el sentido de que se cubre las espaldas frente a posibles actos de acoso y maledicencias de personas malintencionadas. Si ya avisamos no nos pueden acusar de traidores, otros no avisan, las hacen. Esas agresiones físicas, verbales o psicológicas resultan deliciosas para los que gustan de atacar a la buena gente. Ser calculador, a secas, puede ser de por sí negativo. La gente calculadora acostumbra a ser ruin y despiadada, injustamente cruel. Pero si ser calculador va unido a sentimientos verdaderos, entonces, se es calculador a favor de la buena gente, y despiadado con las personas que hacen daño, mienten, tergiversan la verdad, y perjudican a los demás para salir ellos beneficiados ilegítimamente al precio que sea.
Los textos que pongo son opiniones, para nada obligo a nadie ni trato de convencerlo de que haga lo que yo digo, no como otros. Esto no es una ideología universal ni un dogma de fe, sino que está sujeto a reflexión, corrección y continua mejora a lo largo de la vida. Simplemente expreso mi forma de ver las cosas para que enriquezca el bagaje conceptual y experiencial de las personas. Y es que es de necios aprender solo de la experiencia propia, las personas cabales son capaces de aprender también de las experiencias de los demás. Y no solo de las experiencias, porque no es necesario tener títulos universitarios ni haber leído cientos o miles de libros para forjarse una mentalidad, ya que cada persona tiene una capacidad de raciocinio con la que llegar a conclusiones válidas y efectivas por sí mismo. Todos tenemos un cerebro y el derecho y obligación de utilizarlo de forma capaz, también en lo emocional y en lo trascendental, y obtener de ese modo una sabiduría que trascienda a las literalidades del mero conocimiento o la superficialidad de la imitación de modelos ajenos sin ponerlos en cuestión.
Este modo de ver la realidad comencé a adquirirla hacia una mitad avanzada de mi vida, cuando tenía unos treinta y dos años. Antes era una persona benévola, bondadosa, confiada, bienintencionada, crédula, bien pensadora, mansa y dócil, creyendo en unicornios, caballeros andantes y princesas prometidas, eso se acabó. Demasiadas puñaladas en la espalda recibí para tolerarlo más. Entiendo que los demás puedan ver las cosas de diferente manera pues también yo las veía así. Por eso conozco un poco de los dos lados de la frontera y procuro posicionarme en el filo de la espada que se puede inclinar hacia un lado u otro. No lo puede hacer cualquiera ni en todo momento porque implica una batalla constante. Esto implica ayudar a la gente inocente, que todavía no ha despertado, haciendo daño a los que los atacan, la gente malintencionada. Y también implica el ser dañado por ambos a cada instante, por ignorancia los inocentes, y por oposición directa los malintencionados.
Respeto el criterio de los que hacen lo mismo en la medida de sus capacidades, con sus aciertos y sus errores, aunque puede que en alguna ocasión yo mismo me lleve algún mordisco si me equivoco en mis juicios, son gajes del oficio de la difícil tarea de valorar e intentar enjuiciar el comportamiento e intencionalidad de los que nos rodean, conlleva sus riesgos y estoy dispuesto a asumirlos.
Dependiendo de la situación se actúa de un modo u otro. En ocasiones la diferencia viene dada por un simple matiz que la gente desconoce, por un conocimiento de las normas sociales o las leyes de la sociedad, pero también por una percepción profunda y clara que impacta tu sensibilidad interior que hiere y convierte la situación, o bien en algo personal, o bien una amenaza para aquello o aquellos que quieres y valoras. Por eso, en los ejemplos que pongo, habitualmente negativos, sólo hay que hacerlos en situaciones claramente hostiles. En situaciones dudosas hay que postergar o seguir evaluando el caso, y en las positivas hay que confiar en la gente y su criterio y libertad de acción propia. Me centré en los aspectos negativos porque son los más relevantemente conflictivos socialmente y quiero capacitar a las personas para prepararlas ante ellos.
Dependiendo del desarrollo del psiquismo y valores personales de cada uno se actuará de un modo u otro. Una persona sana y fuerte, combatirá. Una persona mediocre dejará las cosas pasar o huirá. Y una persona pusilánime, débil, dominada, a la que se le obligó a ser obediente a base de violencia física, mental o psicológica, anulada en su auto determinismo, negada e invalidada hasta en su conocimiento, pensamiento, experiencia y decisiones propias. Esas personas débiles, pese a que en general suelen ser buenas, defenderán y se pondrán del lado de los maliciosos, por debilidad, engaño, sometimiento, o una disonancia cognitiva. Por eso, cada persona actuará en cada situación según su psiquismo, valores y circunstancias, y entenderá cosas diferentes de entre lo que yo escribo. Cabe la posibilidad de que fruto del padecimiento de años o toda una vida, se envenenen y se vuelvan ellos mismos reaccionarios y maliciosos, resentidos con un mundo que no los ha protegido ni ocupado de ellos, y eso es algo que requiere una acción para evitarlo. En ese sentido este libro puede ser una ayuda, una aportación cognitiva, con la que pueden armarse y así tener la capacidad de protegerse a ellos y a los suyos.
Según la Declaración Universal de Derechos Humanos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones sin ser molestados, ya sea mediante la palabra, la desobediencia civil, o la acción social y política. Y yo solo lo hago expresando mis opiniones, solo son eso, opiniones. Cada persona es responsable de sus propios actos, y responsable de aceptar irreflexivamente e integrar las opiniones y ordenes de otros sin cuestionarlas, aunque en ocasiones esa manipulación es difícil de evitar, para ello hay que entrenar el discernimiento y tener el valor de forjarse una capacidad de decisión propia. Si basáis vuestras opiniones y decisiones en las mías es cosa vuestra. Espero que, en ese caso, lo hagáis después de que analizar mis palabras y que sepáis en qué grado se adecúan a vuestra situación. Si no verificáis lo que digo, y omitís vuestra capacidad de juicio, sois unos irresponsables, y las consecuencias serán vuestras, aunque que sigáis ideas de mis textos. Si el sentido común dicta una cosa y yo hablo otra, es evidente que debéis hacer lo que es de sentido común. Ni yo, ni ningún escritor, ni erudito, ni sabio somos dioses ni objetos de fe ciega. Ni nosotros, ni ningún líder, ni ningún mortal, todos fallamos en cosas Mucho más si tenemos en cuenta que cada situación concreta es particular, y en ella actúan múltiples factores que pueden decantar el sentido correcto de la acción en una u otra dirección. El que exista una frecuencia general más abundante de una acción en un tema concreto, no la convierte es la única que hay que tener en cuenta. Si obedecéis a ciegas lo que se escribe o dice, seréis juzgados socialmente por ello, porque el que es dirigido en todo es una persona inútil, que se desentiende de recapacitar, autocontrolarse y tomar decisiones. Hay personas con una incapacidad real e incluso judicial para dirigir su vida, y otras con cierta dificultad, pero el evitar prepararse. Y luego, el no estar preparado, cuando tú mismo decidiste no prepararte en ello y de ese modo excusarte en tu incapacidad para no ser juzgado por ello, no te exime de culpa. Desentenderse de la vida también te hace responsable ante ella, sobre todo de la tuya propia.
El sentido común, la ley de cada país, las normas y la ética, están por encima de cualquier cosa que yo o nadie escriba. Las cosas que digo son simples extractos de experiencias que tuve y me centro en las conflictivas. Hay casos positivos de todas ellas y tenéis que saber diferenciarlos. Remarco los conflictos porque son en los que la gente inocente y bienintencionada está ciega.
Y ese es el aviso. Sois conscientes de que debéis tomar la responsabilidad de vuestras propias decisiones, y procesos de evaluación y pensamiento. No me responsabilizo de vuestra pereza, desidia, o fanatismo ferviente en personas de prestigio, fama, autoridad o en cualquiera que admiréis. Los únicos responsables de vuestros pensamientos sois vosotros, no vuestras esposas ni esposos, ni los que os enseñan, ni los que escriben, ni las escrituras, ni lo que sentís tras una oración o revelación, o intuición u ocurrencia, aunque los podáis tener en cuenta. Por encima de todo eso está vuestro “sentido común”, vuestra capacidad de “reflexión” y “evaluación” de cada situación y sobre todo, lo que está basado en hechos. Las decisiones son vuestras y de ningún don nadie con autoridad que ejerza autoritarismo. Tenéis que ser conscientes de vuestra capacidad de decidir y ejercerla. Dejarse llevar no es excusa, es una irresponsabilidad intencionada que sólo se debería acceder a realizar cuando hay la certeza de que en quien depositamos nuestra confianza puede ser más capaz en ese aspecto concreto, pero no en todo. Los responsables de vuestros pensamientos, decisiones y de vuestras vidas sois vosotros. Me eximo de cualquier acto vuestro, y cualquier acierto será también vuestro.
Si alguno de vosotros está en un estado alterado de consciencia, psicótico, neurótico, de trastorno por estrés post traumático, otras afecciones psicológicas o cognitivas, con sueño, y en general con cualquier atenuación de vuestra certidumbre racional… no leáis lo que escribo, así de claro. Si no controlas tus pensamientos y actos, abandona o posterga esta lectura. Creo que soy bastante claro.
Los únicos responsables de nuestros pensamientos, decisiones y actos somos nosotros, de otro modo estaríamos en una secta. La obediencia es una decisión voluntaria nuestra, no una obligación. Y somos responsables de esa decisión. Si nos tienen dominados por autoridad, jerarquía, persuasión o injusto dominio, por amenazas o retirada de favores, los responsables somos nosotros por permitirlo.
Las personas que están en un estado alterado de consciencia, sustancias hipnóticas, alcohol, medicamentos, o bajo el efecto de un sufrimiento emocional intenso que mengua o anula su capacidad analítica, son parcialmente responsables en la medida de sus posibilidades de ser conscientes de los hechos, y de la capacidad de reaccionar en contra del curso mecánico de las situaciones y cosas. Somos responsables de iniciar, mantener o detener definitivamente procesos y situaciones. Y os hago sabedores de esto para que sepáis que sois responsables.
Puede que algunas cosas no se puedan evitar en el mismo instante en que suceden. Pero sabiendo que eso puede suceder, sois responsables de tomar todas las medidas de precaución en vuestras vidas para mantener la influencia sobre ellas y “prevenir” que sucedan. Sois responsables de vuestras decisiones, pensamientos y actos de tal modo que sean determinados por vosotros. Si no tomáis las precauciones necesarias para mantener el control de vuestras vidas, decisiones y actos, sois culpables por dejar las cosas desarrollarse de tal modo que las circunstancias que puedan desencadenar se produzcan.
Somos responsables de pensar, decidir y actuar. Y en caso de inhabilitación total o parcial, por motivos de tiempo o de circunstancias, somos responsables de controlar e influir en nuestro entorno, a las personas y a la sociedad en la que vivimos, de estar informados de todas las circunstancias que se están desarrollando y prever cómo nos van a afectar, tomando medidas amortiguadoras, desactivadoras, compensatorias, inversoras de esas situaciones, pero también de potenciarlas si ello nos interesa.
La actitud de una persona sana es la de responsabilizarse de sí misma, de todo, y de todos, y actuar desde ya para regular el funcionamiento da su vida, familia, entorno y sociedad, como agente intervencionista por sus intereses y el bien común. No quiere decir que tenga que manipular la vida de los demás, pero sí encontrar la forma de llegar a acuerdos con los demás que satisfagan las necesidades imprescindibles de todos.
Somos responsables de nuestros actos, pero también los demás son responsables de los suyo. Los pensamientos, decisiones y acciones de los demás generan consecuencias a las que debemos adaptarnos, oponiéndonos o apoyándolas. Ellos ejercen su influencia y nosotros la nuestra, y la suma de todas ellas conforman la realidad. Todos nos adaptamos a todos, y todos somos agentes interventores o sujetos pacientes de todas y cada una de esas acciones.
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