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Jason AldreySuperadministrador
119. PUÑALADA POR LA ESPALDA
[La gente malévola no avisa, y asesta a la primera un golpe de muerte]
«Hay que dar siempre la otra mejilla a la gente que te quiere hacer daño. Sobre todo, si son malvados. Para que sientan en su corazón tu bondad y te respeten y quieran y… ¡Ag! ¡Me acaban de clavar una puñalada…!».
La gente benévola, demuestra su descontento de algún modo antes de atacar, y ataca a herir. En cambio, la gente malévola finge no estar contrariada y en el momento de atacar, atacan a traición en el punto débil, a matar, sin que el benévolo se dé cuenta ni avisar. Por la espalda a las escondidas de él y su entorno. Cuando se combate con un malévolo, primero y antes de todo, hay que saber que no es una pelea de niños de escuela. Te va a hacer daño seriamente, tal vez no te mate porque no le conviene, pero va a desprestigiarte para siempre, o destruir tu vida y a lo que más amas. La persona que pretenda tener lástima, piedad, o misericordia, con gente que no siente el más mínimo arrepentimiento, está poniendo en serio riesgo su integridad y la de los demás. Porque si el malévolo vence y destruye al benévolo, nadie más se atreverá a enfrentarse a él, muchos se aliarán con él, los que apoyaron al benévolo serán perseguidos y ajusticiados, y todos los demás sufrirán el psicoterror de pensar que les pueden hacer lo mismo o a su familia e intereses, y guardarán silencio sepulcral, generando un velo de secretismo en su entorno, donde casi todos saben, pero callan. Y los que no saben, ignorantes, si dan un mal paso, pueden convertirse en la siguiente víctima. Con esta gente, sin piedad, hay que usar y abusar de la justicia social. Porque no es uno sólo, es el 20% de la población. No importa que sean religiosos, espirituales, ideológicos, filosóficos, éticos, morales, ricos, autoridades, gobernantes, maestros, estrellas o no. Por eso es importante saber escoger a las personas con las que nos tratamos, siendo prudentes en nuestras expresiones de bondad –que les corroen-, y exhibiendo nuestras virtudes –que les humillan y hacen sombra a su interés de poder-.
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