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Jason AldreySuperadministrador
122. CONTRA-ACOSO
[Persona religiosa que jamás leyó las escrituras completas, y tiene una visión distorsionada de la realidad]
«Si te hacen daño y devuelves el daño, el malvado eres tú, por vengativo. Los vengativos son las personas más criminales que hay. ¿Cómo dices? ¿Qué si quien pone una denuncia en el juzgado es vengativo? Pues sí. La gente buena perdona a los criminales y no los denuncia. Callan en silencio y sufren su calvario como un sacrificio, y van al cielo. Todos los que ponen denuncias van al infierno por no perdonar».
Acosar a los acosadores –contraacosar-, es una técnica de combate de guerrillas, que funciona mejor cuando se aplica en equipo o con el apoyo del clan. La confrontación cara a cara es poco efectiva, porque la gente malévola está acostumbrada a fingir, y conseguirán que los que no se dan cuenta los consideren inocentes y víctimas y que nosotros somos los malévolos. Por eso hay que, contra acosarlos a escondidas, lo mismo que ellos a nosotros. Aniquilar su reputación, su credibilidad, su prestigio, ponerlos en evidencia, aclarar y explicar las motivaciones de sus acciones, acabar con su moral, hacer que sientan humillación, y proteger a las víctimas. Porque cuando sufren se convierten en personas agradable, vulnerables, y entienden mejor el sufrimiento de los demás.
Es factible su recuperación mediante la comprensión del dolor. Es una vía dura, una metamorfosis en la que templamos nuestros sentimientos y nos damos cuenta de que las cosas superficiales que antes nos desasosegaban, ahora nos parecen tonterías. Que hay cosas más importantes. La gente malévola no entiende eso. Pero puede entenderlo. Normalmente los benévolos son buenas personas porque fueron amados y felices, o porque sufrieron mucho y mediante esas dos vías se alcanza la comprensión. Los malévolos difícilmente serán amados por los que padecen sus humillaciones, ni deben, a menos que haya un entorno muy fuerte espiritualmente que proteja a los agredidos.
En general buscan ser amados por los que están confundidos. Quieren prestigio y estatus para sentirse amados gracias a la admiración, a la fama, a la vanidad, a los aplausos y a los halagos. Los únicos medios factibles son, rodearse de personas espirituales ignorantes y fuertes que los amen incondicionalmente hasta que despierten y se den cuenta, o bien, sufrir la derrota y la destrucción moral de pasar por una etapa de cenizas, y renacer de ellas como el Ave Fénix, llenos de comprensión y amor. Pero para eso hay que hundirlos sin destruirlos. Y no es una decisión fácil de tomar, ni un camino agradable de recorrer. Hay otros métodos, terapias especializadas, pero son caras para una persona común.
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