125. EXPERIMENTAR EL MAL

[Persona que cree que hacer algunas cosas mal, intencionadamente, ya indica una naturaleza oscura y criminal. Para nada. La gente, dentro de unos límites razonables, en general los de la ley, o los de sus seres queridos, o sus principios y valores, tiene que experimentar]

«Esto ya es el colmo, satanismo puro. Que ni se le ocurra decir una mentira, ni robar un euro de la cartera, ni falsificar la firma en las notas de la escuela, ni beber una cerveza, ni grafitear una pared. ¡Lo meto en la cárcel!… Bueno, va al infierno… Bueno, no sé… Pero eso es de criminales».

La gente buena no entiende la maldad ni cree en ella. Cuando le dicen que alguien es o hace cosas malas, no es capaz de creerlo, y apoya a la mala persona irracionalmente. Esto se debe a que la persona benévola no se atreve a actuar miserablemente y pensar mal de alguien, y nunca entendió la naturaleza de ese comportamiento. Es necesario experimentar con el mal para comprender su sabor. Jugando cuidadosa y prudentemente a cometer travesuras maliciosas y hasta miserables, nos damos cuenta de los patrones de pensamiento, comportamiento y modus operandi de las personas malévolas. Y luego, con esa información y percepciones, podemos reconocer esos comportamientos en las personas que nos rodean, y estar prevenidos contra sus actos. Es como el veneno. En grandes dosis te mata. En dosis simbólicas, resultan en vacunas. Y un veneno anula a otro veneno. Resulta sorprendente cuando adquirimos ese conocimiento lo que descubrimos de nuestra gente alrededor. Para echarse a temblar.