Inicio Foros LITERATURA Y ENSAYO CONTRA-ACOSO 139. Compartimentación

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    Jason Aldrey
    Superadministrador

    139. COMPARTIMENTACIÓN

    [Persona campechana que mezcla todo con todo, que probablemente como sistema de seguridad usa la mentira]

    «No lo entiendo. ¿Compartimentar lo qué? ¿Vas a poner cortinas en las horas y en los minutos, paredes en medio de las calles, y separar a unas personas de las otras? Absurdo».

    Nuestras vidas deben estar compartimentadas y segmentadas. Unas amistades nuestras no se tienen que relacionar ni conocer a las otras. Tiene que sucederles lo mismo a los entornos en los que nos movemos, profesional y laboral, familiar, de formación, de ocio, deportivo, turístico, ser ámbitos independientes, que no se interrelaciones ni interfieran los unos con los otros. El único elemento en común que deben tener somos nosotros. Porque si hay más personas en común con nuestros ámbitos de vida, controlarán y manipularán a la gente de estos para controlar nuestras vidas. Podemos manejar y afrontar un ataque a uno de nuestros ámbitos de vida, sustituyéndolo por otro, pero no podemos cambiarlos todos sin sufrir una pérdida que destruya gran parte de nuestra energía.

    El ámbito que más protegemos es la familia. Nadie tiene acceso libre a nuestro hogar. Y los accesos puntuales se nos consultan siempre. Nuestro hogar es nuestro imperio. Y cualquier intruso puede hacer estropicios irreparables en él sin ser percibido ni notado. A las personas comunes es difícil que del 20% de gente mala que hay, los que visiten su casa pertenezcan a ese grupo. Pero las personas excepcionales en algún sentido, somos atractivas para las personas malévolas, sobre todo si somos ingenuos e inocentes. De tal modo que la mayor parte de ese 20% de gente asquerosa, se interés por nosotros, para engañarnos, para robarnos, para aprender de nosotros, manipularnos, usurpar nuestra vida y objetivos o hacernos daño por rivalidad.

    Ante semejante y desmedido interés, no damos cuenta de que el porcentaje de buenas personas que se nos acercan a las personas con cierta relevancia o cualidades es realmente reducido, muchas de ellas atemorizadas por el montón de hienas que nos acosan. Nos consideran buena gente, pero es arriesgado tratar con nosotros, por lo que les pueden hacer a ellos. Con lo que es normal que las élites estemos ninguneadas, se nos haga el vacío, y estemos sola y aisladas. No es que no nos aprecien y quieran. Es que resulta peligroso estar con nosotros. Los sistemas de seguridad son vitales. Varias veces entraron ilegalmente en mi casa. Y lo peor de todo es cuando eres tú mismo quien los deja entrar confiando en gente de toda la vida que resulta que no son de fiar. Los errores más peligrosos no son los tecnológicos, sino los humanos. De qué sirve una caja fuerte si dejas la puerta abierta o las llaves y la combinación a la vista, o si le enseñas el contenido a alguien para presumir.

    El aislamiento en nuestras vidas es un entrenamiento duro. Tenemos que compartimentar y segmentar nuestras tareas y nuestros períodos de tiempo para proteger que no influyan ni interfieran unos con los otros. Este entrenamiento nos permite mantener relaciones sociales con varias personas con la seguridad de no mezclar sus contenidos. Preservando la memética de cada hábitat, y permitiendo utilizar diferentes lenguajes de expresión en cada uno de ellos. Así los patrones de conducta de unos entornos no se filtran en otros, y son difícilmente percibidos y observados, excepto a través de lo que transmitimos nosotros, que tampoco pasaremos mucho tiempo seguido con las mismas personas excepto el núcleo familiar. Desde luego, cuanto más valiosos somos, a menos lugares del mundo podemos ir o estar, porque destacamos demasiado.

     

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