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    Jason Aldrey
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    2. ENTRENAMIENTO

    [Ignorante social]

    «Es un camino de rosas sin obstáculos. Lo haré mañana… o pasado. Voy a dormir».

    Entrenamos para cualificarnos en esta sociedad en las tareas que desempeñamos. Destacando por encima de la media alcanzamos posiciones ventajosas. Tenemos que creer que somos valiosos ya antes de serlo. Porque lo vamos a ser, y sólo por interiorizar eso como algo propio, ya lo somos. Un príncipe cuando nace ya es un príncipe, aunque no tenga ninguna formación. Nosotros, lo mismo. Ya triunfamos y somos ganadores desde el principio. Y para eso nos preparamos y formamos. Entrenamos con la certeza de que lo somos. Se trata de creer para ver y no de ver para creer. Funciona al revés.

    Por el contrario, los que nos dominan, se burlan de nosotros diciéndonos, o recordándonos a cada instante, que no somos lo que queremos ser ni lo seremos… yo añadiría, “todavía”. Esto lo hacen para que nos olvidamos de creer y tener fe, perdiendo la confianza en nosotros y en llegar a serlo. Todas las personas que nos dijeron que no éramos nada ni valíamos para nada, lo que querían y deseaban en realidad es eso precisamente, imponernos su voluntad para que non llegáramos a nada. El científico y Premio Nobel Albert Einstein antes de descubrir sus teorías físicas de la relatividad podemos decir gratuitamente que era un fracasado don nadie. Los artistas, antes de triunfar non son nadie. Los políticos antes de ser presidentes son cargos desconocidos y mediocres. Y muchos millonarios crecieron en la pobreza y la ruina. Si la gente les llamara fracasados, les dijera que no son nadie, que son mediocres, y los despreciaran por su pobreza y ellos se dejaran convencer, jamás habrían llegado a ningún lugar. Esa forma malévola de lavado de cerebro psicológico reiterativo y persuasión destructiva es utilizada para dominarnos, y acabar con nuestra moral y aspiraciones. Intencionadamente, ejerce un efecto subconsciente en nosotros, un sentimiento y creencia de desprecio hacia nosotros mismos. Podemos y somos capaces. Tenemos la capacidad que necesitamos y para lograrlo todo, individual o colectivamente, porque ya somos ganadores. Aquello que queremos y decidimos ser, lo somos, desde ya, imponiendo nuestra voluntad por la fuerza sobre la realidad. Actuamos porque “somos”.

    El fin es previo a los medios. Poseer una meta o intencionalidad proporciona direccionalidad a nuestros actos. Cuando los actos están alineados con un objetivo, todo lo que hagamos se irá sumando en su dirección. Por el contrario, carecer de metas, hace que nuestros actos se anulen los unos a los otros por ir en direcciones opuestas, desperdiciando nuestras energías, y enmarañándolas con las mareas de actos y direcciones reflexivas e irreflexivas de otros.

    El fundamento del entrenamiento es la visualización de la meta, la visión y la creencia firme en ella. Una creencia activa fruto de nuestra voluntad de saber y poder, sin esperar pasivamente que surja ese deseo. Lo provocamos. Cuando estamos polarizados en su dirección lo siguiente que tenemos que definir son los medios y el sistema con el que alcanzar nuestros objetivos. Esto es, las normas y principios en los que nos basamos, y dentro de ellos las actuaciones a llevar a cabo. Si nos mantenemos dentro de esos principios, preservamos la identidad y valor de nuestras metas y visión. Si nos desviamos en nuestras actuaciones, corrompemos las metas y bloqueamos su logro. Y si las alcanzamos, estarán tan desvirtuadas que carecerán de substancia, sabor y sentido, y no ejercerán el efecto personal o social pretendido.

    Tenemos que ser capaces de ser entrenados por nosotros mismos antes que por los demás. Los entrenadores ajenos pueden ser deshonestos, o entrenarnos parcialmente para favorecer a otros y a sus intereses personales. Por eso el mejor entrenador siempre seremos nosotros. Si nosotros carecemos de capacidad auto entrenadora, jamás alcanzaremos algo significativo. Porque la motivación tiene que ser nuestra.

    Pero antes de auto entrenarnos tenemos que desarrollar otra cualidad. Es la capacidad de desarrollar capacidad y motivación para hacer el esfuerzo de entrenarnos. O sea, no nos tenemos que entrenar directamente, porque eso es agotador. Tenemos que entrenar nuestra capacidad de entrenar primero. Porque cuando poseemos motivación, ésta proporciona energía y fuerza para que el entrenamiento sea ligero y suave como la seda, pero una disciplina, no solo motivación, permite hacer las cosas, aunque no nos guste y sean inconfortables, porque sabemos es bueno hacerlas.

    Una vez que tenemos la capacidad de generar el esfuerzo de motivarnos, y una vez que estamos disciplinados para entrenarnos nosotros mismos en nuestros objetivos, es el momento de acudir al asesoramiento de entrenadores externos. Que siempre estarán subordinados a nuestro criterio personal, pues las metas normalmente en las personas competitivas son individuales y las tiene que evaluar la persona interesada, el luchador. De ahí los conflictos con entrenadores, porque priorizan al equipo y sus propias metas por encima de los individuos, y los individuos se priorizan a ellos mismos y sus propias metas por encima del equipo. Resulta complicado a altos niveles conseguir acuerdos satisfactorios cuando los entrenadores son los más exigentes y los competidores los más exigentes.

    Un buen entrenador permite que los miembros del equipo destaquen por encima de él, pero no hasta el punto de influenciar negativamente las labores del entrenamiento y desarrollo. Y un buen competidor permite que un entrenador gestione adecuadamente al equipo para elevar su valor. Pero no al punto de beneficiar a otros miembros del equipo que rivalizan individualmente con él.

    La competición en la vida es exactamente así. Somos responsables de nuestro progreso individual y colectivo. Y primero somos nosotros y luego los demás. Pero hay que tener en cuenta que sin los demás, nos perjudicamos. Por lo tanto, es un aspecto importante beneficiar a los demás también, contar con ellos y que ellos cuenten con nosotros. Quien delega la gestión de sus intereses en los demás se vuelve una mediocre marioneta que no alcanza su potencial, por ello la ambición personal es una cualidad que todos debemos desarrollar. Hay que tener ego, sin ego nos hundimos y venimos abajo, por ello ambición del ser humano de crecer y prosperar es algo deseable y bueno.

    Podemos cometer errores y ser penalizados duramente por ellos si nos salimos del margen de nuestros principios y normas. Pero siempre podemos volver a integrarnos y hacer un análisis de lo sucedido, realineándonos con nuestros principios. Cando hay verdadera y sincera voluntad con unas metas y principios, podemos cometer errores, si no son intencionados, y volver a coger la ola que perdimos. Por eso la integridad es un factor vital en el proceso de aprendizaje, ensayo y error en nuestro entrenamiento.

     

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