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    Jason Aldrey
    Superadministrador

    EL ZORRO

    Un día salimos de trabajar y fuimos tomar algo a un pub de Ardingly. Cuando volvíamos ya anocheciera y veníamos caminando por la carretera, Neil el de la isla de Wight, que estudiaba derecho, Abdulee de Gambia, que era hijo de un político de su país, mas yo. Y vimos un zorro atropellado en medio de la calzada cuando veníamos por el campo del pueblo. Lo tocamos con el pie y echó un suspiro por la boca, y yo dije: «Está vivo, finge estar muerto, pero está vivo». Y ellos: «¡Qué va, pero si está muerto!». Y estuvimos discutiendo durante quince minutos sobre eso mientras llegábamos a casa sin ninguna conclusión. Cuando estábamos cerca tuvimos que bajar la voz, porque había gente con el oído fino y se quejaban cuando los despertaban, fuimos a nuestros cuartos y me acosté sobre mi cama. Tenía la habitación llena de libros en inglés. Muchos de ellos eran de new age y paganismo británico, una biblia en inglés que estaba acabando de leer, y lo último de Stephen Hawking sobre el universo. Los propios alumnos de Ardingly tenían libros espirituales, y cuando hacían registros en las habitaciones se los hacían tirar, junto con la música tecno de la Europa del este que sólo hablaba de sexo, y cosas así. Vaya chicos más listos.

    Ardingly College era una escuela anglicana en la que estudiaban hijos de presidentes y políticos de diversas partes del mundo. Tenían un sistema de seguridad que controlaba a toda la gente y la zona sin que nadie ni siquiera nosotros, nos diésemos cuenta. La matrícula anual de un chico costaba unas 40.000£ -libras esterlinas-, unos 50.000€. Yo trabajaba con mi padre en el área de hostelería, en la cocina. Era un trabajo duro y poco reconocido. Pero en el tiempo que estuvimos allí, el supervisor Will nos dijo que en los años que llevaba allí no viera trabajadores tan buenos como nosotros. Lo cual era todo un honor para mí. Era un trabajo muy agradecido, porque a pesar de ser duro y no parar en todo el día, lo que hacías veías su resultado en el instante, no era como en la informática, me gustaba. Y ganaba más dinero que amigos míos en trabajos de oficina.

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