JUSTIN

Uno de los mánagers trabajara en mi puesto, Justin. Pero hizo una solicitud para ser mánager, y la compañía Sodexho lo formó como líder para trabajar para ellos. Eso es casi impensable en Galicia, que una empresa pague los estudios de los empleados a cambio de que trabajen a su servicio. Yo no lo tengo visto ni oído. Pero en Inglaterra estas cosas pasan. Al parecer, aquí, si eres una persona que vale, te pagan la formación, te preparan, y te dan el puesto de trabajo aunque no tengas ningún estudio. No hay tantas trabas burocráticas. El que vale, vale, y se hace lo que sea por él. Eso me gustaba de Inglaterra. Parecía que valoraban tanto a la gente con cualidades, como a la gente sencilla y humilde. Se preocupaban de ambos.

Un día voy para la cocina después de hacer un descanso y me dice mi padre: «Oye, que uno de los cocineros estuvo murmurando porque pensó que marcharas sin terminar de hacer el trabajo». Y yo tenía el trabajo casi acabado pero fuera un día en el que hubiera trabajo extra, y lo iba a acabar. Era hora de salir, y yo no me fuera. Salí fuera a la puerta a hacer el descanso antes de volver. No sabía lo que estaba diciendo ese cocinero de mí dentro. Fui junto a Justin y le pregunté quién era el que estaba hablando mal de mí. Estaba cabreado, a punto de partirle la cara a alguien. Y Justin se puso muy serio y dijo: «Nadie está diciendo nada de ti». Y lo dijo con tal convicción que le creí, y dejé correr el asunto. Acabé el trabajo y marché para el pub a tomar algo y escribir mis historias en el portátil. Pero mientras acababa las cosas, vi como Justin echaba una ojeada de un lado a otro para controlar que no pasase nada.