RENAULT 5

Mi padre me contó algo sobre un coche que yo no sabía. Unos meses antes de venir yo comprara un Renault 5 de segunda mano a una mujer por 50 libras esterlinas, caprichos de mi padre. Pero él no estaba práctico conduciendo, así que el coche estaba aparcado cerca de The 2000 Restaurant. Yo no lo viera. Un día, los hijos del dueño y un amigo de ellos lo cogieron sin permiso para llevar unas mercancías al campo de golf. Al parecer corrieron mucho y se salieron de la carretera en medio del campo, y dejaron el coche abandonado y destrozado. El coche seguía al nombre de la antigua dueña, y la policía fue a buscarla. Ella les contó que le vendiera el coche a mi padre. Y la policía estuvo averiguando sobre mi padre. Fueron a buscarlo al Princess Royal Hospital, pero nosotros ya estábamos en el Ardingly College, y los del hospital no le dijeron nada a la policía, simplemente que ya no trabajaba allí. Así que mi padre se libró de una buena. Más bien los hijos del dueño del restaurante que eran amigos de mi padre, del clan de los gallegos, de los de La Farola en East Grinstead, aunque el que conducía era el amigo de ellos. De todo eso informaron a mi padre cuando fue un día a visitar a un amigo que vivía al lado del hospital, Erik de Birminham, que corriera varias maratones, y aprovechó para saludar a los viejos compañeros que lo contaron todo. Mi padre ni siquiera sabía lo que había pasado con el coche. A mí me fastidió que no me hablase del Renault antes, porque me habría venido bien. Aunque para lo que me desplazaba me salía más barato coger taxis y trenes. Además la gente era muy amable, me paraban desconocidos cuando iba andando al pueblo y me preguntaban si quería que me llevasen.