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Jason AldreySuperadministrador
28. SECRETO
[Persona benévola, inocente e ingenua, que quiere a todo el mundo y llevarse bien con todos. Vive fuera de la realidad. Aunque todos fueran buenas personas –que no lo son-, existen la competitividad deportiva y antideportiva. Las cuales hacen que toda cesión al rival sea una pérdida nuestra y una ganancia para ellos]
«Le voy a contar los secretos comerciales de mi empresa a los de la competencia. Seguro que son personas amables y me cuentan los suyos, y así mejoramos los dos. Claro que, si fingen que no tienen secretos o no me los cuentan… ¡Bah! Eso no va a suceder, la gente es buena por naturaleza».
Los planes son secretos. Pero como robar pensamientos es legal, entra dentro de lo que llamamos justicia o injusticia social, podemos hacer lo mismo. Cuanto más cualificada esté una persona y más estatus tenga, más ladrón de ideas es, porque tiene medios para rentabilizarlas. Incluso dentro de un clan o una organización, no todos deben conocer la plenitud de los planes. Cada parte y detalles de los planes, es conocida por los que la llevan a la práctica, pero sólo de esa parte. Nada más. Cuando unas personas conocen las funciones de los demás comienzan a unir piezas y roban el conjunto del plan.
Cada persona que forma el proyecto tiene necesidades e intereses, no sabemos cuáles. Puede robar el proyecto para clonarlo, o apropiarse de él ocupando nuestro lugar, o venderlo a otros clanes u organizaciones, o divulgarlo gratuitamente. Son ataques directos contra nuestros objetivos que destruyen los beneficios y echan a perder el trabajo y tiempo empleados. El coste es incalculable, porque con los beneficios del proyecto asumiríamos otros proyectos. Y con los beneficios de esos proyectos, otros. Un interés compuesto. Cuando echan a perder un proyecto, destruyen el capital invertido, más los beneficios, más los intereses y los intereses de los intereses, además de la riqueza que pierde la sociedad al no poder disfrutar del resultado de nuestro futuro trabajo, al habérsenos privado de recursos. Teniendo en cuenta que es una inversión que depende del tiempo, las pérdidas son incalculables. Por eso la privacidad, el hermetismo, y el secretismo son vitales en el desempeño de las metas, porque la vida es una guerra por la supervivencia personal y colectiva, y por ello es nuestro deber moral competir por lograr posiciones de ventaja, especialmente si somos buenas personas y de nuestro buen juicio, saber hacer, buen criterio y justicia basada en principios y valores, depende el presente y futuro de nuestro país . Y muchas personas, que las hay menos astutas, pero también otras que son más astutas de lo que parecen, aprovechan las situaciones de ventaja y la debilidad ajena para obtener beneficios, arrebatándoselos a los justos.
Un secreto que se oculta mucho son las guerras espirituales, una lucha por la supremacía ideológica y moral. Las personas espirituales compiten entre sí por los puestos y cargos de poder. Maguean a la gente, la espían, la interrogan socialmente con cara de inocentes en las reuniones sociales, hacen persecuciones y hostigamientos a sus competidores, cotillean, hacen quedar mal delante de todo el mundo a los rivales para destruir su estatus, desprecian públicamente a la gente que les molesta, e incluso humillan o agreden físicamente. A las personas con buenas intenciones y cualidades sobresalientes que pueden polarizar la opinión de las personas en su contra, las persiguen y acosan para boicotear sus aspiraciones y metas personales, y más frecuentemente simplemente les hacen el vacío social que las margina de por vida. Pero eso incluso en las religiones, organizaciones de ideologías humanitarias, ONGs, hospitales, fundaciones y entidades públicas. Hay una competencia y rivalidad feroz por el poder.
Es un secreto muy delicado, porque la mayoría de las personas están ahí por buenas intenciones, sin interés de protagonismo. Pero los que quieren poder, prestigio y riqueza, mantienen a la gente dormida y dócil, para que obedezcan cooperativamente, dominando sobre ellos. Y esto sucede en todos los ámbitos espirituales sin excepción, ya que, el arquetipo de un ente superior causa un efecto de sumisión sobre los que lo asumen, y muchas personas maliciosas que quieren influenciar a las masas adormecidas lo primero que hacer es arrebatar los puestos de poder en esas entidades. Compiten tanto buenas personas que quieren llegar a la cima para ayudar a los demás llevándose un merecido reconocimiento que les protegerá de los ataques de personas sin autoridad… como malas personas que son infiltradas y sólo buscan poder. O sea, es otra guerra social oculta. La cosa es que, tanto gente como buena como malévola, compiten, pero tratan de adormecer al máximo número de personas para no tener competencia de ningún tipo en los dos bandos, el propio y el ajeno. Que, de hecho, los de tu propio bando son los más peligrosos, porque si son mejores que tú –habrá tantos-, tu gente los apoyará a ellos y no a ti, y eso sólo se debería permitir en caso de una absoluta demostración de capacidades: conocimiento, aptitud, actitud, disciplina y visión. En cualquier otro caso, aunque el postulante sea buena persona, se corre el riesgo de que su incompetencia eche a perder a toda la organización.
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