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    Jason Aldrey
    Superadministrador

    RENOVAR

    Llegué a casa pensativo. No pensaba quedarme tres meses en una empresa que no contaba conmigo. Y además me parecía mal que me avisasen con tan poco tiempo de antelación, sin poder matricularme en la universidad. No iba a renovar, pero tenía que echar una mano a Ave para dejarle todo el trabajo adelantado y que pudiese disfrutar de las vacaciones que llevaba desde primavera planeando.

    Al día siguiente fui a hablar con el Ladrón de Quesos y le dije que no renovaba, y él me contestó que hablaría con Felipe de administración, para que tramitara mis papeles. Los días que me quedaban me dediqué a trabajar duro. Puse al día todos los pedidos, hice todas las peticiones de oferta, archivé los escandallos de las especificaciones técnicas de todas las obras técnicas, archivé los comprobantes de los pedidos, y organicé el archivo de la documentación y el del almacén para que estuviesen bien para las auditorías. El trabajo de cinco semanas en dos. Ave estaba aliviado, se diera cuenta de que lo hacía por él –quiero pensar que fue así-. El último día fui a dar una vuelta alrededor de la nave industrial. Allí estaban las plantas STP de tratamiento de aguas para barcos y pequeñas poblaciones. El área de fabricación donde estaban los chicos soldando, uno de ellos me parara una vez en el Orzán tomando unas copas. Las oficinas donde estábamos nosotros, el departamento de ingeniería donde me hicieran un examen de automatismos y querían cogerme, pero no quise por no dejar a Ave colgado. El área de administración donde estaban hablando siempre de los dichosos merovingios. Y los de ventas y sus piques con si la monarquía Asturiana tuviera más reyes que la monarquía Gallega. Fuera una experiencia bonita trabajar aquí. Antes de irme fui a la oficina de Cándido, el secretario general que me contratara, y le agradecí haber confiado en mí. Me preguntó si podía hacer algo para ayudarme, y yo simplemente le di las gracias. Antes de irme vino otro Ángel, un chico de los de diseño y me preguntó: «Pero hombre. Si te vas, ¿por qué te esfuerzas tanto estas dos semanas?». Yo no le quería decir que era por Ave, que con todo lo que me enseñara quería dejarlo en buen lugar. Así que le dije: «Pues para tener buenas referencias»- Y al pobre parece que le dio un susto. Me despedí de la gente, de Javier y de David de producción, Antonio que se ocupaba de los escandallos, los otros de ingeniería, y el maravilloso jefe de taller Antonio Ríos, que era capaz de que un grupo de chicos hiciesen maravillas.

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