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Jason AldreySuperadministrador
32. ASOCIACIONES
[Persona que tiene la creencia de que, porque un grupo comparta un interés con él, ya van a tener afinidad y cooperación garantizada. Es al revés. Cuanto más semejantes son las personas, mayor rivalidad hay entre ellas por destacar. Lo semejante es afín a lo semejante, pero también rival, porque aspiran a las mismas cosas. La competencia es inevitable. Solo si son metas afines, pero con capacidades complementarias se recomienda la colaboración]
«Me voy a hacer miembro de esa asociación. Seremos todos amigos, jugaremos juntos, seremos felices, haremos fiestas, y todos me querrán y dejarán que sea el jefe».
Aunque pueda parecer que en una asociación están todos de acuerdo para alcanzar un mismo fin, esto dista mucho de la realidad. En toda asociación hay una élite que ostenta el poder o lo codicia. Esta élite es la que la funda o la gobierna, elabora sus estatutos y normas, y vigila por su cumplimiento. Eso es en teoría, porque los pioneros son casi siempre reemplazados por administradores con mayor capacidad e interés, y aquellos quedan desplazados de la toma de decisiones de esa organización, en ocasiones totalmente excluidos.
La realidad es que parte de la asociación busca influencia y poder sobre un gran número de socios y recursos. Tienen reticencia a enfrentarse con miembros influyentes por lo que suponen para la asociación con su prestigio, y desprecian a los miembros poco valiosos o sin recursos en favor de los primeros. Existe una polarización de intereses y de privilegios, hasta el punto de que evitan cumplir los estatutos si perjudica a alguien de su élite. Pero los aplican rigurosamente con aquellos que les estorban, para intentar monitorizar a la directiva si cometen irregularidades y así arrebatarles el cargo, o simplemente a los que tienen intereses diferentes a los suyos. Esos intereses acostumbran a ser la obtención de beneficios personales del hecho de dominar la asociación. Utilizan a los ignorantes socios como sustentadores de sus fines, que en algunas ocasiones son realmente sinceros, y en muchas otras están mezclados con políticas e intereses en negocios privados.
Las asociaciones obtienen información sensible sobre sus miembros, pudiendo utilizarla para controlarlos y sacar beneficios de ellos, manipularlos a su antojo, incluso interviniendo en sus vidas privadas. Las relaciones sociales entre los miembros conforman una red de información y una estructura informal de poder, que suele estar dirigida indirectamente por miembros de la directiva y cargos intermedios que actúan como relaciones públicas para conocer las cosas, y prever actuaciones y oportunidades antes que nadie. Estos “helloman”, que saludan a todo nuevo miembro para integrarlo en la asociación, aprovechan la confianza del nuevo socio para sonsacarle toda la información relevante posible en el momento crucial en el cual su entusiasmo les hace abiertamente vulnerables, y de este modo se hacen una imagen muy aproximada de las cualidades, capacidades, recursos, ideología, astucia e inclinaciones de esa persona. Así saben si puede resultar interesante reclutarlo para su camarilla de élite, si pueden aprovecharse de él por ingenuo, o si lo tienen que marginar o ningunear haciéndole el vacío por tener intenciones opuestas a las de la directiva o por ser un entusiasta de la legalidad y transparencia poniendo en riesgo sus asuntos privados.
Hay una situación política muy difundida en torno a las asociaciones. Un individuo, o un grupo bienintencionado, funda una asociación con finalidades legítimas y serias. A medida que la asociación alcanza prestigio y aumenta el número de socios, comienzan a instigarse las críticas, sembrar dudas sobre actuaciones, y a poner en cuestión la honradez de los dirigentes. De este modo se suceden una serie de movimientos y corrientes de poder, en los que una elite interesada, mediante una campaña de difamación, consigue en unas elecciones o en una moción de censura, sustituir a la cúpula para situarse ellos en el poder. De este modo pueden compatibilizar las finalidades básicas de la asociación con intereses privados o políticos de otra clase. Pueden también, de este modo, bloquear y obstaculizar la labor de la asociación si era eso lo que pretendían. La asociación queda infiltrada y desactivada, y sus miembros quedan prisioneros y sometidos.
Las asociaciones son un caldo de cultivo de agresiones sociales, de estigmatización de rivales por medio de acosos y hostigamientos, ninguneos y hacer el vacío es muy común, y en último caso pueden someterlos a expedientes disciplinarios mediante interpretaciones creativas de los estatutos o normas expulsándolos de la organización, generando una mancha y un daño moral, psicológico y social, destruyendo su autoestima y autoconcepto e inhibiendo su capacidad de defensa. Todo esto para mantener el poder y control sobre la asociación y sus intereses en ella, dominando. Con frecuencia lo hacen en de forma individual o como colectivos, dentro partidos políticos, empresas u otras organizaciones, infiltrándose en sus mecanismos internos para obtener información y operar como agente político según los intereses de esa sociedad encubierta. Pero, por supuesto, nuestro clan puede hacer lo mismo. Tan lejos llegan las cosas que, en nuestro propio clan u organización, puede haber miembros de nuestras familias o compañeros, resentidos con todos nosotros, que quieran destruir la organización. Y esto abunda en todas las familias y asociaciones. En la sociedad en general, también.
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