LOBO

Tenía un amigo al que llamaban Lobo, en realidad se llamaba Ángel. Le llevara desde Inglaterra un recopilatorio en tres CDs de los grandes éxitos de Queen. Salimos un día por el bar Borrazás, y jugaba un partido de fútbol el Deportivo de A Coruña. Nos fuimos a dar un paseo y de repente escuchamos que mete gol el Dépor. Entonces, pasa un gato negro por la calle que da al paseo marítimo y le digo a Lobo, mira, crucemos por donde pasó el gato negro, que seguro que trae suerte. No sé cómo se me dio por decir y hacer eso, fue instinto. Mi primo tuviera un gato negro recogido de la calle, Marsha, y fuera un gato encantador, por eso no les tenía miedo a los gatos negros. Y cruzamos por donde el gato negro pasara riéndonos con la tontería. Y al rato a la altura de un bar vemos que el Dépor no marcara uno, sino dos goles, y uno justo detrás del otro. Y le digo: «Mira, marcaron justo cuando pasamos por donde el gato negro», y nos echamos a reír. Fuimos a la fuente de los surfistas frente al Hotel María Pita, a sentarnos en un banco a ver el horizonte, el mar y la ensenada del Orzán. Y digo yo: «¿Imaginas que hubiese un tsunami y que nos pasara el agua ahora por encima? Hace pocos cientos de años hubo uno en A Coruña que llegó de un lado al otro de la ciudad, desde el Orzán hasta la zona del puerto al otro lado». Y a la derecha teníamos una pequeña playa que le llaman la playa del Matadero. Quién nos iba a decir que poco tiempo después iba a haber un tsunami en el Océano Pacífico, y que sería un completo matadero. Fue una sensación extraña. Las creencias están llenas de supersticiones de este tipo que es mejor desechar.