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Jason AldreySuperadministrador
41. LIDERAZGO
[Persona que confunde la teoría de la divinidad con una persona con antifaz de la divinidad]
«Voy a obedecer a mi líder, me someteré a su sagrada voluntad, besaré el suelo que pisa, trabajaré toda mi vida por servirlo. Seguro que cuando muera, el siguiente líder de entre los otros cientos, seré yo. Si no muero yo primero».
El liderazgo es importante, pero normalmente se aplica a organizaciones espirituales, o no gubernamentales sin ánimo de lucro. Se basa en: «No preguntes lo que la organización puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por la organización». Lo cual está muy bien si eres el que dirige la organización, o si es un fin humanitario.
Pero en la vida real hay que compatibilizar el liderazgo servicial con la competición personal. Una mezcla de corazón, razón y egoísmo. Esa es la realidad. Conseguir que la organización la dirijan los más capacitados, que no tienen que ser los más inteligentes, sino los que tienen más interés en su progreso, y no que coloquen a cualquier listo ahí arriba que comience a decir cosas como: «Comparte tus ideas con tus superiores para que te den una opinión profesional sobre ellas». Y mientras, la gente pone cara de tonto, sonriendo felices explicando el fruto de su inteligencia y trabajo al interesado directivo, el cual usa tu idea para beneficiarse y sacarte del mapa si protestas: «Por el bien común». Pero mientras te fijas cómo él va subiendo más y más de estatus social y poder.
Las ideas son propiedad de las personas, no de las organizaciones de las que formamos parte. Es correcto desempeñar nuestra labor en nuestras organizaciones y empresas, aportando servicio por el dinero que cobramos. Pero si nos pagan 2.000€, daremos ideas y trabajos de 2.000€, no de un millón de euros. Creo que me explico. En realidad, sólo los pobres o en los momentos de necesidad se trabaja por dinero.
Hay que participar en el liderazgo intensamente, y dar más cada día. Pero sin regalarnos a nosotros y nuestras vidas, sino reclamando el mérito que nos ganamos, e incluso persuadiendo con nuestras armas sociales de que nos retribuyan el mérito que nos corresponde. Los grupos son importantes, y las creencias e idealismos enseñan mucho de beneficiar al mundo. Pero enseñan poca cosa sobre beneficiarnos a nosotros mismos. Y nosotros, como personas individuales, somos lo más valioso. El fin somos las personas, no los productos. Los productos son para servir a las personas. Primero somos nosotros, y sin nosotros, nada existe. Y si no se cuenta con nosotros, nosotros tampoco vamos a contar con ellos en nuestros planes.
El servicio debe ser interesado, porque del servicio desinteresado sólo se benefician los que dirigen el cotarro, y gratis. Si yo ayudo a alguien, quiero que me devuelva el favor, él o alguien. Ya lo dice la expresión: «Favor por favor».
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