Inicio Foros LITERATURA Y ENSAYO BIOGRAFÍA DE JASON 42. Depresión

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    Jason Aldrey
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    DEPRESIÓN

    Llega el día de atendernos el médico, allá por noviembre de 1997, y me doy cuenta de que también es el médico de otras personas de mi familia materna. Me da la mano con la fuerza de un jabalí, y se pone a hablar de sus vacaciones por todas y cada una de las Islas Canarias. Y luego comienza a hacerme preguntas. Al final, su conclusión es que tengo una depresión profunda. Tuviera que haber ido antes a un médico. Pasar tanto tiempo solo encerrado me hizo daño. Se me desarrollaran brotes paranoides. Eso quiere decir que tengo depresión, pero que en situaciones de mucho estrés y tensión, me pongo paranoico. Pero que no tiene nada fuera de lo común. Lo que pasa es que voy a tener que pasar una buena temporada encamado para recuperarme.

    Marchamos de allí con la nueva medicación a las torres de la Sagrada Familia, donde vivía ahora. Mis tíos me ceden su dormitorio para estar bien, y allí paso el siguiente año, durmiendo dieciséis horas diarias y estando despierto ocho aproximadamente. A la hora de la cena tengo que tomar una cuarta parte de una pastilla rosa que adoro. Me hace tener sueños hermosos. Pero la realidad es que lo paso mal. Me siento el hombre más infeliz de La Tierra, acabado, destruido, sin futuro. Mi madre, que no la conozco muy bien, sí de verla pero no de convivir con ella, ya que sólo viví de pequeño a su lado, y no me acuerdo bien, me viene a visitar casi todos los días. Un día me pregunta si quiero morir, y yo le digo que sí. Entonces coge la almohada, me cubre la cara con ella y trata de asfixiarme. Yo casi no me podía mover por la debilidad, y comienzo a asustarme. Llevaba un buen rato tapándome la cara y entonces para. Y puedo volver a respirar. Y en ese instante, me di cuenta de que realmente no quería morir. Quería vivir. Y de que mi madre a veces es un poco salvaje.

    Un año después comienzo a espabilar y salir una hora a dar un paseo por el polígono de A Grela, todos los días con mi tía María, También me retiran la pastilla rosa para dormir, cosa que me fastidió, porque se acabaron los sueños bonitos, y además tengo que pasar cuatro meses de síndrome de abstinencia por la dichosa pastilla. Voy para cama a las doce de la noche, y a las dos me tengo levantar porque no aguanto con los nervios de la adicción a la pastilla. Paso cuatro horas caminando por el largo corredor de casa todas las noches hasta que me duelen los talones de golpear los pies en el suelo al caminar. Fueron cuatro meses terribles, de dolor y sufrimiento. Una ansiedad vital que me corroe y no me permite descansar. De día puedo hacer cosas, estoy despierto muchas horas, Leo libros todos los días, horas y horas mientras camino por el largo corredor, para matar la ansiedad. Pero de noche intento dormir, duermo una o dos horas, pero ya no soy capaz de dormir más. Todo porque me retiraron la pastilla rosa para dormir, debía ser muy adictiva, y eso que sólo tomaba un cuarto de pastilla.

    Cuando pasa ese tiempo comienzo a sentirme mejor, hasta se me pasa la ansiedad. Pero me quedó un tic. El caminar horas y horas diarias. Lo cual me venía bien. Porque de estar encamado más de un año, se me debilitaran las rodillas y me temblaban en el aire al caminar, y haciendo ejercicio los iba fortaleciendo. Con la afición a caminar, con el paso de los años llegué a caminar quince kilómetros diarios a lo largo de doce años. Di vuelta y media a La Terra, hasta que desgasté un poco las rodillas y decidí dejar las largas caminatas. Mi récord es de treinta y cuatro horas seguidas caminando, recorriendo más de setenta kilómetros de una tirada –ya no sentía las articulaciones y caminaba como un autómata-. Pero eso fue años después, en 2010. Ahora eran finales de 1998.

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