A GRELA
Paseaba cada tarde con mi tía María por el polígono de A Grela, que quedaba al lado de casa, para tomar el fresco y fortalecer las rodillas. Pero se me daba mal obligar a mi tía a venir conmigo. Así que un día quise ir a dar el paseo yo solo, y mis tíos no querían, no sé por qué. Bajé en el ascensor de la torre, más de diez pisos, y cuando iba a cruzar la pasarela el otro lado de la Ronda de Outeiro, veo a mi tío Manolo escondido detrás de la calle.Y yo pensando para mí, ¿qué le pasará a éste, por qué me sigue? Pero di el paseo casi una hora. Durante el paseo pensé que, tal vez, como estaba mal, mis tíos pensaban que iba a intentar hacer alguna tontería. No tenía nada de eso en mi mente, pero me di cuenta de que se preocupaban y estaban intranquilos. Llegué a casa y a partir de entonces seguí saliendo con mi tía, para que no se pusieran nerviosos cada vez que salía.