44. MÁRKETING Y ANTIMÁRKETING

[Persona crédula que confía en la excelencia de las demás personas. Si bien no son todas tan vulgares, tampoco son todas tan excelentes. A la gente le cuesta tanto trabajo encontrarnos como nosotros a ellos, por eso es prudente publicitarnos de forma adecuada]

«No hace falta hacer márketing de mi producto. Es tan bueno, tan bueno, tan bueno, que la gente sabrá por telepatía lo bueno que es».

Márketing son las técnicas de promoción de un producto, lugar o persona, de forma que resulten más atractivas para el segmento de la población que nos interesa. El antimárketing es lo opuesto. Consiste en provocar rechazo en segmentos sociales sobre productos, lugares o personas. El márketing se usa para aumentar la popularidad. El antimárketing puede ser usado por dos motivos. Para segmentar el mercado haciendo que sólo un tipo específico de personas estén interesadas y las demás no. Y la otra manera es destructiva, para desacreditar la imagen social de intereses que rivalizan con los nuestros, la difamación implícita.

En caso de conflicto por ajusticiamiento social, usar el antimárketing es completamente legítimo, pero siempre que nadie sepa que lo estás utilizando. Porque si ven que estás perjudicando a alguien y no saben que te hizo daño, a quien acusan de agresor es a ti. Es lo mismo que te estés defendiendo de un centenar de agresiones. La gente eso no lo sabe. Si te ven agrediendo quedas tú como culpable. Y usarán, irónicamente justicia social contra ti. Sobre todo, los niños y los jóvenes, que son dados a pensar que los que se defienden son malos por usar la agresión o el ajusticiamiento. Hacen una pandilla y se te echan encima de tu reputación. Nadie puede convencer a un joven que no entiende. Quien trata con jóvenes en estos asuntos sale dañado: «Acuéstate con niños y te levantarás meado». Primero que no tienes que darles explicaciones. Segundo que explicar que ere víctima de una agresión es una humillación, y no tienes que humillarte delate de jóvenes. Tercero que no te reconocerán el derecho de portarte mal con el agresor. Cuarto, que no es cosa de jóvenes, es asunto de personas adultas. Y quinto, que los jóvenes son vengativos, no saben medir una justicia proporcional, ni dan oportunidad de negociar.