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Jason AldreySuperadministrador
EL CIENTÍFICO
Un día fuimos a la playa mi madre y yo. Y a mi madre le gusta hablar con hombres guapos, es toda una Afrodita de la vida. Se puso a hablar con un señor llamado Abraham que resultaba que era científico de Unión Fenosa, la compañía eléctrica. Acababa de descubrir una tecnología nueva e intentaba vendérsela a una compañía de automóviles alemana. Llevaba unos auriculares con unos casetes para aprender el idioma, porque pensaba visitarlos dentro de un mes y quería hacer como que no entendía y escuchar lo que decían entre ellos. El hombre, listo era.
Al parecer enviara la propuesta de vender su tecnología a una empresa automovilística americana y otra japonesa. Pero las dos estaban interesadas en comprar, pero mantenerlo a él al margen del desarrollo de la tecnología. Los únicos que le permitían seguir en el proyecto eran la empresa alemana. La tecnología era un sistema de autogeneración de energía de alto rendimiento. Al parecer, era tan complicado desarrollarla a escala industrial, que el único mercado al que le sería rentable invertir en ella era la industria de automóviles eléctricos.
Yo estaba muy interesado en eso, así que me estuvo explicando que la base de las fórmulas que desarrollara era parecida a la fórmula del interés compuesto de la economía. Y que utilizaba un dispositivo giratorio para recorrer todas las fases de la corriente alterna. También me dijo que no sabía si otros desarrollaran una tecnología similar, porque tenía como norma no interesarse por los descubrimientos de otros en su campo. Era investigador, y él partía de cero investigándolo todo, y no quería interferencias e influencias en sus investigaciones. Fue de ese modo como dio con sus fórmulas. Según él, algún día llegaremos a vivir todos más de cien años y en buen estado, si conseguimos prologar la longitud de los telómeros de nuestros genes –esto ya fue un deseo de él, porque genetista no es-. Qué bien lo pasé. No es por nada, seguramente mi capacidad de escucha tenía su encanto, pero para mí que al científico lo que le interesaba era mi madre. Y yo aproveché para que se luciera y me contase unas cuantas batallas. Fue una delicia.
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