AMBIENTE MADURO

Yo ya me estaba recuperando bastante buen y mi madre me sacaba fuera todo lo que podía los fines de semana. Hasta que me empezó a llevar con sus amigas en las salidas que hacían a la discoteca. Salíamos de noche al bar Picadilly a ver las actuaciones de los cantantes en directo en la Marina. Y después íbamos a la discoteca Chaston, en la calle Costa Rica, o a la discoteca MacInlays, en Perillo. Yo no sabía bailar, pero algunas de las amigas de mi madre me enseñaban a aparentar que bailaba en la pista. Así volví a tener la vida parecida a la adolescencia, sólo que en un ambiente maduro.

A menudo íbamos al bar de la madre de Shaila, el «Nº1», en Elviña. Y allí jugábamos a las cartas, a los dados, charlábamos, contábamos chistes, y de cuando en cuando organizábamos churrascadas o salidas por ahí, como a la discoteca Golden Fish en Santa Cristina, o a Laracha al pub Cocos. Yo disfrutaba porque era un estilo de vida diferente al que conocía. De joven salía por Sada, por la calle de la Estrella, por la calle da la Barrera, por el barrio del Orzán y por la Ciudad Vieja. Zonas de gente joven. Y ahora estaba conociendo el ambiente de personas de treinta y muchos años para arriba. Era una realidad diferente de la mía. Más bonita y de mejor calidad. Pero no dejaba de ser lo que era, el mundo de la búsqueda de pareja.