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Jason AldreySuperadministrador
CARNOTA
Se acercaban las fiestas de la aldea de mi madre, por San Mamede de Carnota, y nos fuimos para allá de vacaciones a la casa que mis tíos reformaran en un lugar llamado As Cruces, nombre debido a que allí había un crucero.
Con las historias que me contaba Miguel, compré un libro llamado «Genealogía fácil», de Niké Ecociencia, y me decidí a investigar mis antepasados. Fui al registro civil de Carnota a buscar información en las partidas de nacimiento y defunción. Me recibieron como si fuera de la familia. El juez andaba por allí, y conociera a mi abuelo Manuel, al parecer lo llamaban el «presidente» cuando eran jóvenes. Fuera concejal cuando el juez era un joven, invitaba a todos los chicos a brandy mientras les hablaba de política y sus cosas. Yo estaba encantado, más historias que escuchar. Uno de los trabajadores del registro estaba de vacaciones, así que me cedieron su sitio y me dejaron consultar los libros y usar la fotocopiadora para copiar las partidas de la gente que era de mi familia. Estuve cosa de una semana yendo por allí. Uno de esos días fue el último eclipse del milenio, en agosto de 1999, y me cogió en el registro civil. Salí fuera para verlo, pero me cansé pronto y volví dentro para seguir buscando a mis antepasados.
Cuando llegué a los registros próximos a 1870, que es cuando se hizo obligatorio llevar cuenta de nacimientos, matrimonios y defunciones en los ayuntamientos, di por terminada la búsqueda de familia. Les quedé muy agradecido a los chicos de allí, se portaron excelentemente conmigo.
Volví para As Cruces con un montón de fotocopias, y comencé a elaborar el árbol genealógico materno cuatro generaciones además de mí. Según el libro de Niké Ecociencia el siguiente paso eran los registros parroquiales.
Fui al día siguiente por la mañana a ver al cura de la iglesia de San Mamede de Carnota para preguntarle si podía consultar los registros parroquiales. Me dijo que tenía que ir al Obispado de Santiago de Compostela para solicitar un permiso de investigador de los archivos. Afortunadamente los libros estaban en la parroquia, no fueran transferidos a la biblioteca del Obispado. En teoría eran propiedad de la parroquia, pero la mayoría de ellas cedía todos los volúmenes antiguos para que fuesen restaurados y conservados en un lugar seguro, y que pudiesen ser consultados todos juntos por los investigadores. La parroquia de San Mamede era de las pocas que conservaban todos los registros desde el año 1600.
Cogí el autocar a la capital compostelana y llegué junto a la catedral. Pregunté por el Obispado y entré. Estuve esperando a que llegase el Vicevicario, y cuando llegó estaba tan ocupado que ni siquiera habló conmigo, estaba tratando asuntos con otra gente. Alguien le comentó mi visita y dio orden de que me hicieran el permiso, con la condición de que cuando consultara los libros tenía que estar el cura presente para preservar la integridad de los libros, firmó el permiso, me lo dieron, y de vuelta para Carnota.
A la mañana siguiente fui a ver de nuevo al cura y le llevé el permiso. Me dijo que sólo hacía falta hacer el permiso una vez y que servía para siempre para esa parroquia. Que cada vez que quisiera ir a mirar los libros cualquier año sólo lo tenía que pedir. Y además me dijo qué mañanas tenía él libre y estaba en la parroquia para poder ir a consultar los registros.
Estuve yendo muchos días, no todos seguidos porque el cura tenía que desplazarse en ocasiones y no estaba en su casa, al lado de la iglesia. Me cedió su enorme mesa de estudio y me traía los libros que necesitaba. Y ahí avancé mucho hasta principios del siglo XVIII, donde me encontré con un antepasado mío del que aparecía otro ancestro con el mismo nombre en esas fechas, sólo que uno era Alberto y otro era Alverte, y no fui capaz de descifrar cuál era mi antepasado. Así que tuve que dejar la investigación allí. Me despedí del cura agradecido y muy contento de haber creado una genealogía de unas ochenta personas y diez generaciones.
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