BICO DO SANTO

Carnota es una bahía con una playa de más de cinco kilómetros de largo. Y en el medio de ese accidente geográfico tan hermoso y maravilloso hay un pequeño pico que llaman o Bico do Santo. No sé bien por qué lo llaman así, pero en su cima hay una cruz.

Un día intenté llegar junto allí, pero no lo conseguí. Me metí por el lado de la derecha del río desde la iglesia y fui a parar a una casa alejada en medio del monte, donde me salieron a saludar un perro pastor alemán muy simpático y una señora. Vi que tenían un molino y le pregunté si lo podía ver. Ella encantada fue a buscar la llave, abrió la puerta y me lo mostró. Qué maravilla, tenía incluso la cubeta donde se ponía el grano para que cayera dentro de la piedra de moler y saliera la harina. Quedé asombrado, era la primera vez que veía un molino entero en perfectas condiciones. Me despedí y seguí caminando por el monte, y el perro se hizo amigo mío y me siguió. En medio del monte parecía que había vacas salvajes o su dueño las dejaba andar sueltas. Fui andando y cada vez era más difícil avanzar, estaba todo quemado por un incendio forestal y se me manchaba la ropa. Me senté a descansar en una enorme losa de piedra realmente especial. Era toda roca, y en medio crecía un pino. No entendía cómo era posible si no había sitio para las raíces. Se hacía tarde y decidí dar media vuelta, y mi compañero alrededor. No debía de tener muchas visitas por ese lugar tan apartado. El perro se quedó en su casa cuando volví a pasar por ella, y yo volví a la de mis tíos con la espina de no tener llegado al Bico del Santo. En realidad no sabía cuál era el camino hasta la cumbre en medio de todo ese monte medio salvaje y quemado. Me gustaría saber quién se dedicaba a prenderle fuego.