59. DESTINO

[Persona soñadora, que cuando vuelve de sus sueños, no los manifiesta materializándolos en la realidad]

«No hay nada que hacer, no tiene solución. Si no vienen Bill Gates o Elon Musk a mi casa en persona a contratarme significa que no conseguiré nunca lo que deseo. El destino es así».

El destino sólo existe cuando no hacemos nada, cuando las cosas suceden como tienen que suceder por su propio peso. Pero cuando somos activos, trabajamos nuestra personalidad, nuestra vida y profesión y entorno, el destino no es lo que nos correspondería, sino lo que edificamos. El destino existe y no existe. Si nos dejamos llevar, existe destino. Si actuamos y trabajamos por alcanzar las cosas que queremos, el destino lo hacemos nosotros con nuestra voluntad.

Y no sólo podemos edificar nuestro destino sino también el de nuestros hijos. Trabajando desde hoy para prepararles el camino. Y como también hay quien socialmente rivaliza con nosotros, y se preocupa de que nuestros hijos no lleguen lejos y les quiten los puestos a los suyos. Destruyen y precarizan nuestro sistema educativo, nuestras oportunidades, y nuestro acceso al conocimiento de calidad. Entonces, nosotros tenemos que hacer lo mismo con sus hijos. Perjudicándolos para que se desvíen de las metas adecuadas y deseables, y facilitarle el camino a los nuestros. Es una prolongación generacional de la guerra social, altamente usada por los partidos políticos y su ideario educativo, y de la que la gente joven no es consciente porque no conoce otras realidades. Intervenir en la sociedad para beneficiar a nuestros hijos y perjudicar a los de los rivales. Nos manipulan, manipulemos pues.