DISCUSIONES

Tina cuando José venía de vacaciones a A Coruña, llegaba a casa para discutir, y robándole las cosas a José, porque decía que él le robara todo el dinero del banco. Una vez le cogió el pasaporte y el billete de vuelta a José, que tuvo que hacer y comprar otros para volver a Inglaterra. ¿Para qué quería ella el billete? Para nada. Lo hizo por resentimiento. Toda mi juventud crecí con discusiones en casa provocadas entre Tina y Ramona, tina y María y Manolo, Tina y José y María y Manolo y Ramona. Y para mí era algo natural. Simplemente me iba para mi cuarto, cerraba la puerta y me pasaba horas y horas delante del ordenador sin darme cuenta de nada, y sin ganas de estudiar, y aún se me criticaba por eso. Abstraído de una realidad que no entendía, ni quería entender, y ni siquiera sabía que era necesario que la entendiera. Crecí en un mundo que desconocía como era realmente, todo secretos, ocultaciones y discusiones. En una familia desestructurada y que estaba en mi contra porque no formaba realmente parte de la vida de nadie. Parte de la responsabilidad fuera de José por gustarle tanto eso de: «Viva el vino y las mujeres», y por no escoger una relación compatible con él, como debe ser, en lugar de dejar a Tina embarazada y obligarla a casarse con él. Y nosotros somos la consecuencia de todo mientras que él dejó todo atrás viviendo cuarenta años en Inglaterra, bebiendo vino, yendo de fiesta sin preocuparse casi por nada. Eso sí, dinero mandaba.

Viví rodeado de rabia y resentimientos, hasta el punto de que confundí odio con amor, porque era a lo que estaba habituado y lo consideraba normal. Y cuando la gente me odiaba me parecía natural, lo confundía con cariño, del mismo modo que si estuviese con mi familia, y eso me trajo dificultades y malas amistades.