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Jason AldreySuperadministrador
NERÓN
Nerón era otro informático salido de la fábrica, la academia Videorama. Otro supuesto amigo. Me tuvo engañado durante más de veinte años. Era 2011 cuando salíamos de marcha por el pub Dux, en el centro comercial de Os Cantóns. Yo salía con la intención de conocer a una buena chica. Y él, aunque yo no lo sabía todavía, sólo salía para acostarse con mujeres y sacarme las que pudiera de delante y llevarlas él. Se pasó meses sonsacándome mis gustos para aprender a diferenciar las buenas de las malas mujeres. La diferencia era que yo no me atrevía a entrarle a las mujeres porque no quería cargar con interacciones con chicas que resultasen ser liberales, como me había pasado con Cristina de Santiago que cuento más adelante, porque se ofendían. En cambio él, se lanzaba a por todas, de las suyas, y al final de las mías, cosa que me molestó.
Ya llevaba unos meses molesto con él, porque me forzaba a entrarle a las mujeres, y me parecía que lo que quería hacer es que me acostase con alguna. Él sabía que yo tenía mi rollo serio, y que no iba de pistolero por la vida, así que no sé cuál era su juego. La cosa es que un día saliendo por el barrio de Matogrande de precalentamiento para el Dux, en la cafetería de la esquina, el Café Degustación, le digo que la inteligencia está sobrevalorada, que el 5% de las personas del mundo son dotadas, 350 millones de personas, que la inteligencia es barata, y que cualquiera compra el trabajo de un dotado por menos de mil euros. Mientras que los verdaderamente listos se hacen ricos contratando a inteligentes mileuristas, y ganan millones con su trabajo. Entonces, se picó, porque él es dotado también, y para ser más que yo, va y me suelta una joya de la ingeniería social. Me dijo: «Lo importante no es ser inteligente, sino ser el que domina al inteligente». Y ahí me di cuenta de que por muy dotado que yo fuese, toda mi vida me estuvieron dominando, familia, amigos, conocidos, todos, como a un tonto. Salí corriendo fuera a tomar el aire para que no se me notara la cara de felicidad, y estuve interiorizando lo que me acababa de decir. El dominio es superior a la inteligencia. No hay que ser inteligente, hay que ser dominador. Ahora entendía el mundo.
Volví dentro, y Nerón estaba de racha, me soltó otra: «Si no consigues destacar y ser popular, hazte amigo del más popular». Y ahí ya me acabó de destrozar. Porque al principio del instituto, el más popular en el campo de la informática, era yo. Y me daba cuenta de que él se arrimara a mí para aprender y sonsacar. Y yo como un tonto le enseñara todo, pues él era ahora un reputado analista programador empleado en una empresa de software que trabajaba para bancos.. Pero al menos estaba teniendo confianza conmigo a pesar de todo lo que me había hecho durante años de amistad, manipulándome y aprovechándose de lo que alegremente enseñaba a los que consideraba mis amigos. Mientras se hacía el tonto, como que no entendía, y las cosas que él sabía no las contaba o fingía que no sabía explicarlas. Al menos estaba sincerándose. Comenzaba otro nivel de amistad, lo que no sabía era lo que iba a venir después.
En esos meses que pasé saliendo de marcha con él, cosa que no hacíamos desde adolescentes, me di cuenta de que directamente le hablaba a las mujeres de sexo, y me resultaba desagradable. Pero el colmo fue cuando se comenzó a celar de mí, y a ponerme en ridículo cuando una chica guapa se interesaba por mí y no por él. Y yo pensaba: «Chico, no sirves para bombero, ni apagas un fuego y aun por encima le pisas la manguera al compañero». Y yo no es que pretendiera acostarme con ninguna, por lo menos no con una desconocida, pero sí que quería encontrar a una buena chica. Me di cuenta de que con ese chico a mi lado era imposible. Una mujer de mi raza y forma de pensar jamás se acercaría a un chico así, ni a sus amigos. Me estaba boicoteando. Y me harté. Nos vimos pocas veces más, porque discutí con él, no me agradaban sus faltas de respeto, ni que me tratasen de esa forma, y no nos vimos durante meses. Y luego coincidimos dos o tres veces más y ahí ya no lo soporté. Se acabó.
Pero una de esas últimas veces fuimos al pub Bitácora en Santa Cristina. Él me decía que quería ligar, y yo le dije que usase una página web de contactos por internet, a ver si conocía a alguna chica. Y allí en una mesa de la terraza le estuve hablando de religiones, y de que las mujeres religiosas eran las mejores para formar una vida. Y le dije que sólo me interesaría una buena chica con inquietudes espirituales, y que resultase agradable a la vista, claro, mencionándole religiones concretas.
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