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Jason AldreySuperadministrador
PUNTO TRES
A la discoteca «Punto Tres», antiguamente llamada «La Granja», al lado del mercado de San Agustín, iba desde principios de los años 1990. Por aquel entonces era una sala roquera, grunge y alternativa. Hoy en día es de música comercial agradable, y lo prefiero. Tuve muchas y muy buenas experiencias de juventud en esa discoteca. La última vez que vi a Nerón fue en octubre de 2011 en Punto Tres, que fuera reabierto por dueños nuevos. Es mejor que no viera a Nerón, porque nos encontramos allí con gente del ciclo de informática de hacía diez años, y estaba la Quilla. Y va Nerón que no respeta a nada ni nadie, se pone pesado e intenta ligarla, pero ella le dio esquinazo. Yo estaba molesto con la Quilla, porque al conocer que yo era bipolar no me hablo nunca más. Pasé de ella y salí fuera de la discoteca a relajarme un poco. Y allí sale ella. Y me cambio de sitio al otro lado del grupo de gente, donde no me vea. Vuelvo para dentro y me siento. No me apetece andar mirando a las chicas estando la gente de informática ahí. Doy la noche por perdida, por lo menos escucho música. Entonces pasa la Quilla pavoneándose delante de mí como quien no quiere la cosa. Pretendería que le dijera algo. Pero realmente en ese instante no me apetece. Y a los diez minutos la veo enfrente de mí a cuatro metros dándose el lote con otro chico del ciclo de informática, que era jugador de tenis, restregándomelo por la cara. Eso lo hizo para hacer daño. Lo que ella no sabe, es que yo no estuviera interesado en liarme con ella, sino que estaba interesado en ella como persona. Simplemente la quería porque me caía bien y fuera buena compañera durante una temporada. Debido a mi inteligencia emocional percibía formas de sentir de ella que me agradaban. Por aquel entonces yo estuviera enamorado de Maribel de Cedeira, no de ella. Pero ahora, diez años después, en Punto Tres, lo que hizo en ese instante delante de mí me pareció mal por ella, un intento de darme un golpe bajo para hacer daño, como una vez me hiciera Nani y Helena, como cuento después. Nerón desapareciera pensando que yo marchara, me enviara un mensaje, yo también le diera esquinazo.
Cuando acabó la música me fui para casa y busqué a la Quilla en las redes sociales. La encontré. Tenía de amigo a Herodes el venezolano, y a muy poca gente conocida más. Le iba a escribir un e-mail para ver que me decía, a ver qué información podía sacar de por qué se comportara de esa forma conmigo años atrás, pero no tenía la opción de enviar mensajes activada. Yo no quería incluirla en mis amistades para que no conociera mi vida, y porque quería hablar con ella en privado, por mensajes, sin que trascendiese públicamente que estaba hablando con ella. Pero no había opción. Así que le di a agregar amistad, para poder escribirle y hablar. Pero cuál fue mi sorpresa cuando miro su perfil unas horas después y cambió el nombre de su perfil y ocultó a sus amistades. ¿No quería que supiera con quién se había liado? ¿Con Herodes el venezolano? El que me dejara quedar de ladrón una vez en el instituto. Qué me importaba a mí con quién se liara. Al parecer no rechazara m invitación pero tampoco la aceptara. Lo que hizo fue crear otro perfil con su nombre público, y hacer ese privado. Cancelé mi solicitud de amistad. Me daba que el venezolano me hizo jugadas con los del grupo de informática, y ninguno me contó nada. Jamás me llamaron para una quedada, algo pasó. Estas cosas suelen suceder por asuntos de faldas o de calzoncillos. Y la última vez que vi a Víctor, Inés y Sergio de los informáticos estaban raros, supongo que por mi San Benito de bipolar, pero a alguno lo noté nervioso de más. Como si se la estuviesen jugando también a él. Y me parece hombre de más para que lo metan en tonterías de hacerle daño ocultándole cosas. Ese chico vale mucho, y yo ya no confío en la gente de informática. Estoy seguro de que el venezolano Herodes estuvo difamándome con historias, así con lo teatrero que él es, y pienso que no soy al único al que le hacen la cama.
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