68. DIOS

[Persona pragmática y deductiva. Poco intuitiva e inductiva]

«Yo nunca vi a Dios, así que no existe».

Sobre si Dios existe. Hay quien exige que se demuestre su existencia para creer. Pero por el mismo motivo podemos exigir que se demuestre que no existe para dejar de creer. E incluso irán más lejos y dirán que hay que demostrar la existencia, y no la no existencia. Pero eso es una falacia .Porque esa norma es sólo un convenio de utilidad práctica, y no una ley universal natural.

La prueba de la existencia de Dios normalmente no es externa, sino interna. No está en nuestras manos demostrarlo pues carecemos de la autoridad para ordenar a Dios a manifestarse a nuestra voluntad para demostrar su existencia a los demás. Sin embargo, podemos encontrar indicios y pruebas de su existencia, que podemos percibir en nuestro interior. Por ejemplo, poniendo en práctica las escrituras y su sabiduría, sentir los acontecimientos y emociones en nosotros que corresponden exactamente con lo que eses versículos o textos indican. Eso son indicios de su veracidad. A lo largo de la experimentación científica con la religión durante años, poniendo en práctica sus preceptos, encontramos grandes revelaciones personales y comprensiones que antes ni imaginábamos que fuesen posibles. Por eso, cuanto más se avanza en el camino del entendimiento religioso, más pruebas adquirimos de la veracidad de ese camino. Hasta que llega un punto en el que nuestra percepción y entendimiento supera a nuestra capacidad, nos transcendemos abarcando una realidad universal. Es entonces cuando encaramos directamente el concepto de divinidad y lo reconocemos como verdadero, porque estamos sumergidos en su esencia. En ese instante no sólo creemos y tenemos fe. Sabemos. Pero es una prueba y testimonio personal intransferible, que podemos narrar, pero no hacerlo sentir a los demás. Eventualmente eso es la única prueba que podemos obtener de la veracidad de Dios y de la religión. Una prueba indirecta basada en saborear la esencia de su obra. Normalmente hay tres vías para reconocer la divinidad en nuestras vidas, el sacrificio, el conocimiento y el trabajo. A través de examinar la maquinaria perfecta del reloj del mundo, podemos intuir la existencia de un relojero. Cierto que el universo no es un reloj, pero qué duda cabe de que es la maquinaria más perfecta y grandiosa que existe.