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Jason AldreySuperadministrador
70. JUSTICIA
[Persona irresponsable en cuanto a su defensa y a la de los suyos]
«Sólo pueden hacer justicia los jueces. Si nos agreden dentro de lo legal no podemos hacer nada. ¿Que cómo es que entonces ellos nos pueden agredir? Pues porque son malos. ¿Qué seamos nosotros malos con los malos? No, eso no vale. Tenemos que ser buenos con los malos para que se vuelvan buenos. ¿Qué en qué ley del estado de derecho está eso? Mmm…».
Las personas que no lamentan el daño que hacen, injustificadamente, no deben ser perdonadas. En cuestiones de justicia, los buenos deseos e intenciones no benefician a nadie. No actuar es consentir las injusticias. Por eso nuestros buenos sentimientos deben ir acompañados de acciones y de precauciones. Si no, somos cómplices activos o pasivos.
Los agresores son inmediatamente defendidos en nuestra sociedad para evitar linchamientos, lo cual está bien para defender los derechos humanos. Pero es importante compensar el daño que hicieron, si así lo requieren las circunstancias, ninguneando y marginando al criminal.
En general los hombres hacen el bien porque se les amenaza desde chicos, y cuando crecen también mediante la ley y el estado de derecho, a través de las fuerzas armadas. Hombres que hagan el bien por voluntad propia, sin necesidad de ser amenazados, hay pocos.
Donde no se escucha a la razón, esta se debe imponer socialmente. Los fuertes suelen abusar de los débiles. Pero la distribución del poder iguala a los hombres. Cuando el sistema de fuerzas del orden, con su desproporcionada violencia armada o la amenaza de esta, defiende el sistema de derecho, entonces las armas generan paz y orden. Este proceso a lo largo de la historia fue civilizando a la humanidad de su salvajismo natural. Son las armas las que sostienen a la justicia. Lo único que puede hacer callar a las leyes es el alzamiento de las mismas armas. Las armas son superiores a las leyes. Y los hombres de ley lo saben, porque usan las armas para sostenerla. Aunque el hecho de que las armas históricamente se hayan puesto del lado de la ley, dice mucho a su favor. Pues, en el vacío legal que no compete a la ley, de injusticias que no vulneran leyes, es el ajusticiamiento social el que garantiza la paz y civiliza a las personas moderándolas.
Quien no te defiende en justicia, está dispuesto a entregarte a los enemigos, y eso en una civilización es intolerable. Es propio de bárbaros y degenerados. Cuando una persona que consideras afín, no te defiende, eso significa que no te valora lo más mínimo, o que es una persona nula. Es gente, pero no persona. Debemos alejarnos de individuos así, sin nervio ni carácter, porque no ofrecen garantías a nuestras vidas. Son eslabones débiles en nuestras relaciones, actos y comunicaciones.
Cuando alguien vulnera el respeto a las personas, moralmente pierde el derecho a ser respetado por las personas. Sólo faltaría que alguien que te anda molestando, y que a esa persona no se la pueda molestar. Cuando te niegan tu dignidad te están dando permiso para destruir la dignidad del otro. Si te faltan al respeto, no lo dudes, humíllalos, usando métodos legales. Las ofensas verbales son delito en el código civil, y tardan un año en prescribir. Hay que ser justo y legal al mismo tiempo.
Una injusticia hecha a uno es una amenaza hecha a todos. Este es un comportamiento muy habitual en las personas deshonestas e injustamente dominadoras. Nos amenazan a todos abusando de los débiles. Nadie se atreve a enfrentárseles ni a cuestionarlos. Hasta que llega el punto en que la tensión es tan grande que se establece un estado de terror. A esa gente hay que aniquilarla socialmente, sin piedad. Y aun habrá quien debido a la supuesta reputación de ellos afirme que se está dañando su imagen y honor. No les hagáis caso. Son trucos legales para intimidar. Hacerles el vacío, ningunearlos, y despreciar a quienes abusan no es abuso, es justicia social. Totalmente legal. Además, los occidentales somos mentirosos por naturaleza. Nos rodeamos de símbolos de poder, como ropa cara, títulos, cargos, popularidad, riquezas, posesiones, mujeres, para hacer ver que somos seres divinamente excepcionales. Pero la realidad es que no hay diferencia alguna con un mendigo que esté pidiendo por la calle. Es la pantalla social, la mentira social, la que nos amedrenta.
Las leyes no sólo nos protegen a nosotros, también protegen a las personas ignorantes de ser destruidas. Porque cuando las personas equivocadas entienden las consecuencias de sus actos, rectifican, y se arrepienten y no lo vuelven a hacer. Es importante tener el sistema legal como garante. Ya que la ignorancia no exime del cumplimiento y castigo de la ley. Pero cuando menos, no nos condenan a muerte, y tenemos la posibilidad si tenemos un mínimo de ética y reflexionamos un poco, de entender lo que sucedió desde otra perspectiva.
Es propio de reyes ignorar las pequeñas traiciones de los que nos rodean, pero también es propio de reyes vengar las ofensas al honor y dignidad, que sean inmerecidas. Más aun cuando tienen consecuencias graves para tu futuro y el de tu descendencia. Cuando se mancha tu honor y dignidad, están aniquilando tu estatus por completo al nivel del suelo. No te pisan, te pisotean. Están destruyendo tu autoestima y autoconcepto, y a tus defensas sociales, lo cual es lo mismo que aniquilarte como persona. Te están manipulando, intimidando, y sometiendo a injusto dominio esclavizándote moralmente, y haciéndote objetivo del ataque de otras personas que te menosprecian. Y eso es algo realmente malévolo. Si eres una de esas personas que hacen estas cosas, debes darte cuenta de que, lo sabemos casi todos. Y la justicia social tiene que encargarse de basura así.
La venganza aumenta la fe, y la venganza no es más que una forma desproporcionada de justicia. Modulando la venganza dentro de las vías de la legalidad, podemos llevar a la práctica con total legitimidad. A los que nos dañen, o prevemos que nos van a dañar, hay que ajusticiarlos o amenazarlos con un correctivo para que no lo hagan, según un caso u otro.
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