MARTÍN

Marín es mi padrino. Está casado con Marlene. Fueron los que me llevaron de crío a la piscina en Inglaterra, pero no tenía traje de baño y leí un libro sobre las pirámides del antiguo Egipto. Es como me inicié en las historias de misterios y una de las fuentes de mi inquietud por la espiritualidad. De la parte de mi padre son mis tíos favoritos. A mí me daba rabia ver a mi padrino soltar algunos billetes cuando me ve, porque ya voy mayor. Aunque tengo la mentalidad de un joven, pero no es plan que me venga dando dinero. A mí ya me gusta verlo de visita por aquí, o yo por allí, que me lleve a ver por fuera la mansión del jeque árabe para el que trabaja de jardinero, al lado de un campo de golf y de la mansión del dueño de Harrod’s. No voy contar ninguna de las pocas historias que me contó mi padre, que vio él mismo allí dentro un día que estuvo. Pero sí, dinero, los árabes, tienen dinero. También me encata ver a su mujer, informarme de los libros que está leyendo de new age, y hacer contrabando de libros.