MARÍA
Y luego está mi tía María y su marido José Manuel, los adoro. Siempre que visitamos su casa nos dan de todo, caldo gallego con carne y chorizo, pan de bollo, queso, jamón, tortilla, ensalada, es una delicia. Tienen una hija llamada Patricia, que una vez cuando yo veraneaba por la casa vieja del pueblo, ahora viven en una nueva un poco más arriba, me insistió en que le contara cuentos. Y cuando me di cuenta ya le contara doce cuentos, más otros dos que me pidiera repetirlos. Y yo ya estaba cansado del juego y le dije: «Ya no te cuento más». Pero no me quedó más remedio que prometerle que le iba a regalar libros de cuentos la próxima vez que la visitara. Promesa que nunca cumplí, pero que tenía pensado cumplirla el día que se casara, para que se los contase a sus hijos, regalarle unos volúmenes de cuentos para el niño. Hombre, literalmente la promesa está sin cumplir.