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Jason AldreySuperadministrador
9. LEYES
[Este es el típico hipócrita que condena a muerte a los que cometen faltas ridículas, indignándose, y que a las personas que cometen delitos graves no les dice nada]
«Se saltó un semáforo. ¡Criminal! Habría que meterlo en la cárcel preso. Con lo decentes que son los grandes malversadores de la política. ¡Y cívicos! Tenían que aprender estos asesinos del volante».
Es imposible cumplir todas las leyes simultánea y constantemente. Porque no las conocemos todas ni las tenemos constantemente en la memoria. Y luego, porque hay situaciones en las que estamos obligados a tomar una decisión, cumplir con una ley o norma, o cumplir con otra, sin posibilidad de cumplirlas todas. Lo que podemos hacer es escoger el daño menor y estar dispuestos a pagar el precio por infringir la otra ley. No se trata de vulnerar leyes por vulnerar leyes. Cruzar un semáforo en rojo es infringir la normativa vial. Pero si tu hijo pequeño está jugando en la calzada y viene un coche, tienes que cruzar en rojo para apartarlo. Qué valoras más, ¿la normativa o a tu hijo? Está claro. Habrá personas estiradamente éticas que antepongan una normativa trivial a la vida humana. Pero me parece una malinterpretación desproporcionada del sentido y finalidad del sistema legislativo en nuestra sociedad y civilización, del espíritu de la ley y del sistema de derecho.
La cosa se complica cuando hay sentimientos y terceras personas implicadas en la situación. Es lo que llamamos apego a las personas o a las relaciones, o dependencia afectiva de ellos. En estos casos, nuestros sentimientos pueden más que la justicia, el derecho, las leyes, la verdad y lo correcto.
Cuando se ama a algo erróneo el amor se corrompe. Es grave el vincularnos y asociarnos afectivamente a cosas y personas nocivas, negativas y deshonestas. Los que dicen “Es un asesino criminal, pero es mi marido” son casi tan asesinos como el criminal, y su amor corrompido, enfocado a amar el error, la maldad y lo malicioso, termina por destruir por completo a esa persona, que va a comprobar como con el paso de los años sus sentimientos se avinagran, y todo debido al empecinamiento en amar a personas o cosas llenas de error. Son el mayor fruto de conflicto social, a veces porque ellos son o fueron nuestra pareja, a veces porque son hijos, padres, hermanos, familia o amigos. El apego emocional a las personas delictivas es el camino más directo al fracaso en la vida en sociedad. Y realmente no le hacemos ningún favor a la persona que amamos. Porque si lo dejásemos, se debilitarían y encontrarían su actitud poco rentable, haciéndoles replanteársela y la posibilidad de retomar vías más sensatas. Mientras que, al apoyarlos, apoyamos sus fechorías y los fortalecemos en ellas, animándolos a que reincidan y progresen más en esa dirección. Y aun así, cuando los castigos son pequeños y las ventajas suficientes, hay quienes deciden qué les conviene.
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