94. INTEGRAR A LA SOCIEDAD

[Persona que iguala a los demás cortando la cabeza por arriba o los pies por abajo]

«La solución de este mundo es ser todos iguales, con los mismos derechos, las mismas obligaciones, los mismos trabajos, los mismos sueldos y teniendo las mismas opiniones. No entiendo cómo se complican tanto. ¿Qué cuál sería la persona modelo para todos los demás? Yo mismo. Que sean todos iguales a mí».

Somos individuos asociados en familias, y las familias en clanes. Formamos también parte de otras asociaciones, organizaciones y empresas. Generamos vínculos de afinidad y conocimiento mutuo, creando sociedades, culturas y civilizaciones. Y finalmente buscamos puntos en común con los que buscar el entendimiento universal y la unión.

Por el camino hay piezas que se unen y piezas que se separan buscando su lugar. Hay personas, familias y clanes independientes. Grupos que se aíslan en la búsqueda de una perfección que no quiere ser interferida, creando su propia comunidad y micro cultura, interesados en la exclusividad y estar fuera del acceso a la gente común. Estas piezas a veces están en lugares lejanos, y a veces están dentro de la sociedad en una élite. Integrarlo todo es una imposibilidad práctica. Lo diferente disfruta su diferencia y virtud, y sólo acepta iguales, diferentes.

La unicidad también es un riesgo. Cualquiera con malas intenciones puede alcanzar el poder manipulando a la gente ganando su confianza, y luego, con ese poder destruir poco a poco las garantías de la sociedad y a los que la sostienen. La humanidad quedaría esclavizada. La resistencia a la integración es un riesgo, pero también es una garantía de seguridad. Nadie puede dominar todo si no tiene acceso a todo. Lo que sí podemos hacer es universalizar la articulación de relaciones entre todas las partes. Iguales con iguales, semejantes con semejantes, y cada nivel social con sus jerarquías inmediatas.