Sí, el afecto por los demás es algo que desarrollamos al ir conociendo a las personas. Podemos llegar a apreciar a mucha gente tratando con ella. Pero para ello hay que relacionarse correctamente, con buenas intenciones y buenas maneras.

Yo creo que hay que empezar a diferenciar entre amistades y amigos y no tratar a las amistades como si fueran amigos si no dan muestras de ello.

Voy a ser muy radical. Hay: pareja, familia propia, parientes, amigos, amistades, conocidos, desconocidos, enemistades y enemigos.

Pues una amistad no es un amigo, aunque puede llegar a serlo
Pero también un amigo puede pasar a ser una amistad, e incluso simples conocidos.

Está claro que las amistades no tienen por que ser generosos con nosotros, materialmente no, pero se espera que emocionalmente si, y con buenas intenciones.

A un amigo, y como amigos, se nos requiere más. Estar ahí al pie de cañón. Es que es una familia escogida, está la familia en la que te toca nacer y luego la familia que escoges con quien vivir tu vida. Algunas personas coinciden, otras no.

Pero bueno, creo que legalmente tenemos obligaciones para con nuestros familiares y no sé si también con parientes hasta cierto grado. A mi me gustaba pensar de joven que las familias se querían y estaban unidas para siempre pero habrá unos familiares que sí y otros que no. Cada uno se busca su vida, pero hay vínculos de sangre y afectivos en esos casos.

Y por otro lado estás enemistades y los enemigos. Enemistad es cuando tienes un desacuerdo, o mal gesto, o mala experiencia con alguien y estás decepcionado y no quieres saber más de él. Enemigo ya es cuando alguien «Va a por ti», eso ya es algo personal y peor. Pero vamos, lo que quiero decir es que hay que diferenciar entre enemistad y enemigo, porque a una enemistad aún la puedes beneficiar en alguna cosa, pero a un enemigo no. Y en ocasiones hay amigos, o supuestos amigos, que se convierten en enemigos o nunca lo fueron.

• Esta respuesta fue modificada hace 4 años, 4 meses por Jason Aldrey.

Sí, hay personas intolerantes a los fallos, suelen ser inmisericordes, La cosa es el día que les toque a ellos cometer un error a ver qué les parece, o con qué cara se mirarán al espejo, menudo shock.

En principio hay que ser tolerante con lo demás, porque como dices, todos cometemos fallos humanos, no somos perfectos. Además, ya lo dice la teoría de la educación: «El hombre es un ser inacabado. Es por ello que se hace necesario el acto educativo».

Hay personas que han recibido una buena educación, tal vez por familias pudientes que les llevaron a buenos colegios, o por ser hijos de maestros, funcionarios o profesionales destacados. Tienen ventajas sobre las personas que nacen en las clases más corrientes. Comparativamente a lo largo de su vida se sienten superiores a los demás sólo porque han aprendido a utilizar los cubiertos del pescado. Humanamente no son ni más ni menos. Pero tienen cualidades educativas y profesionales por los estudios que han realizado de mayor calidad. Ejecutan trabajos más relevantes y por tanto desprecian a los trabajos mediocres. En ese sentido profesional sí que es una ventaja de superioridad, su nivel de tolerancia es menor, porque se enfrentan a tareas complejas de mayor responsabilidad. Por tanto es fácil que tengan inclinación a atacar a la gente que es menos profesional y perfeccionista, porque alguien poco profesional en una labor compleja puede dar al traste con todo e proyecto, costar hasta millones de euros y puede que vidas y el futuro de familias. En ese sentido, para esas situaciones concretas entiendo que sean intolerantes.

Lo que no me gusta es que lleven esa intolerancia al plano humano. Vale, unas personas están más desarrolladas que otras. Pero independientemente de su formación cada persona tiene un «núcleo» dentro de sí de valor, cuya cualidad y naturaleza define la grandeza de esa persona, aunque no tenga estudios. Y la gente altiva e intolerante en ocasiones desprecia a esas personas

Sí, totalmente de acuerdo contigo. Hay que valorar a las personas por lo que aportan como seres humanos y no sólo por lo que puedan aportar como profesionales o «gente» utilitaria.

Hay personas que tienes cualidades humanas notables, que despiertan sentimientos, emociones, sensaciones o claridad de visión y comprensión en nuestras vidas. Y pueden ser desde un simple mendigo, un campesino del Nepal, un niñito de 3 años, un anciano hacinado en una cama en una residencia, a un presidente de USA (este no mucho), o una ama de casa y trabajadora con 3 hijos de 2 matrimonios diferentes. Cualquiera de ellos nos puede aportar valor humano como personas, da igual su condición, raza, sexo, cultura, religión, país, idioma, clase social, inteligencia, belleza, salud, estudios, dinero, peso, o lo que sea. Cualquiera.

Dicen que en nuestra vida como máximo podemos relacionarnos con intensidad personal con un círculo íntimo de un máximo de unas 150 personas, normalmente muchas menos. ¿Crees que todos esos que tienen en redes sociales miles de amigos se relacionan con ellos? ¿Que son realmente amigos? Son relaciones superficiales, en ocasiones ni siquiera se reconocen las caras si se ven, y menos los nombres e historias de sus vidas. Algún hecho fortuito ha hecho que sepan de su existencia, y ya se llaman a sí mismo «amigos». Desde luego hay gente que llama amigo a cualquier cosa. Algo diferente es una amistad, como ya dije por ahí. Pero una amistad puede llegar a ser un amigo si se la cultiva y dedica tiempo, y hay material de calidad en esas personas. Pero las personas de nuestro círculo son las que tenemos en nuestra vida, son las que más nos aportan en el sentido humano, y debemos protegerlas y valorarlas a toda costa.

Luego están las relaciones superficiales. Que pueden deberse a que son personas sin sensibilidad de cercanía humana, o porque son simplemente personas con las que tratamos de forma profesional o cotidiana. Los intercambios que debemos tener con estas personas deben ser correctos, con educación, respeto, buenas maneras, pero no dejan de ser transacciones sociales. Lo que buscamos de la gente en general que no tratamos, en principio, es generar valor para ellos del mismo modo que ellos generan valor para nosotros. Valor profesional, intelectual, social, político, cultural, mediático, organizativo, servicios, productos, conocimiento, … Con estas personas, a veces de entre ellas nos toparemos con alguien que merece la pena e introducimos en nuestras vidas, se va para nuestro círculo íntimo. Otras nos decepcionan debido a su superficialidad o cosas peores, pero con ellos tenemos que convivir, exponiéndonos a unos más y a otros menos, pero las relaciones sociales hay que mantenerlas, el intercambio, porque los unos sin los otros no podemos vivir. Quién sabe, quizás algún día una de esas personas superficiales vive una experiencia que le cambia su percepción de la vida y la vuelve inmensamente poderosa en valor humano, hay que respetar.

Bueno, están las amistades que elegimos y luego las que nos eligen. Hay que elegir bien, y si quien nos elige es buena gente me parece también bien. La cosa es cuando quien nos elige no conviene.

Escuche el otro día en el chat un refrán en e chat que decía algo así: «Yo ni domo potros ni educo a burros».